sábado, 26 de diciembre de 2009

Preguntas




Son los senos de las sirenas
las redondescas caracolas?

O son olas petrificadas
o juego inmóvil de la espuma?


Libro de las preguntas 1971-1973 Pablo Neruda

lunes, 21 de diciembre de 2009

Navegaciones y regresos




Todo crece,
los árboles,
el agua,
los insectos,
el día.
Todo termina en una hoja.

Oda a una mañana del Brasil 1957-1959 Pablo Neruda

martes, 24 de noviembre de 2009

Corazón silencioso






Siempre vuelvo una y otra vez a Tagore, a sus poemas breves, inmensos de significado, contemplando esta xilografía que titulé "Corazón de árbol" me vino a la memoria este bellísimo poema de su libro "Luciérnagas":

Esta noche, mi alma se pierde
en el corazón silencioso de un árbol,
firme y solitario entre los susurros
de la inmensidad.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Respiración





Manuscrito de una respiración


"Y la respiración que hondo espía
me trasluce y traspasa
no sé qué resplandor. Me está esperando
con taller y con lápida
desde el vértigo mismo de la hoja del pulmón
hasta la vena ciega
y me hiere y me ayuda
tierna en su fibra, bien cocida en limpio,
y me hilvana y me cose
con polen de la luz junto al encaje
del hilo blanco y duro del ahogo,
del suave del suspiro
mientras el cuerpo se va yendo a solas.
¿Es que voy a vivir después de tanta
revelación?

"La cama me remueve y me depura
con olor muy de marzo,
con mirada de lluvia entre los pliegues
de la sábana y un
roce de lana virgen.
La oscuridad del tórax, la cal de uva de labio,
la penumbra del hueso y la penumbra
de la saliva
la médula espinal mal sostenida
por sus alas que duelen
cuando comienza a clarear y llega
un temblor de inocencia.

"La pared medianera
me da como salud, fiebre por gracia,
un desvanecimiento, un nacimiento.
¿Y quién llama a través de ella, quién
me ha escogido, quién
me está pidiendo algo y no me entrega?
Y tú te me vas yendo,
vas y vienes y vas y estás como perdida,
como huida de nuevo
en el momento que no tiene tiempo,
y vives otra vida, a lo mejor la mía,
de un sueño en cacería que no cura
y ya no espera más, está esperando
el fruto.

"Aviva el vuelo cuando ya no hay viento
aunque te vayas y no vuelvas, aunque
me pidas y te dé. Ya estás sintiendo
cómo se mecen, cómo se cimbrean
suavemente los olmos, hoja a hoja,
en las riberas de la amanecida,
con la precocidad del sufrimiento;
estás sintiendo ahora
este aire de meseta, el que más sabe,
el de tu salvación que no se oye
porque tú eres su música.
Y estas sintiendo cómo
la mayor injusticia de la vida
es el dolor del cuerpo, el del espíritu
se templa con espíritu. Y me sanas,
y yo te doy las gracias por venir
tan delicada que casi te veo.
¿Y qué voy a saber si a lo mejor mañana
es la mañana?"

Claudio Rodriguez

lunes, 28 de septiembre de 2009

Murmurado son






Como el son de las hojas del álamo


El dolor verdadero no hace ruido.
Deja un susurro como el de las hojas
del álamo mecidas por el viento,
un rumor entrañable, de tan honda
vibración, tan sensible al menor roce,
que puede hacerse soledad, discordia,
injusticia o despecho. Estoy oyendo
su murmurado son que no alborota
sino que da armonía, tan buido
y sutil, tan timbrado de espaciosa
serenidad, en medio de esta tarde,
que casi es ya cordura dolorosa,
pura resignación. Traición que vino
de un ruin consejo de la boca seca
de la envidia. Es lo mismo. Estoy oyendo
lo que me obliga y me enriquece a costa
de heridas que aún supuran. Dolor que oigo
muy recogidamente como fronda
mecida sin buscar señas, palabras
o significación. Música sola,
sin enigmas, son solo que traspasa
mi corazón, dolor que es mi victoria.

Claudio Rodriguez

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Animal herido





Moriré una y otra vez para aprender que la vida es inagotable.

Rabindranath Tagore (Calcuta 1861- Santiniketan 1941) Del Libro "Pájaros Perdidos"

Pájaros y luciérnagas. Estrellas, brisas y silencios. Dios. Éstos son algunos de los pobladores de los versos de Tagore, cuyas palabras están repletas de significado y , a la vez, no declaran más que lo que es y que ya todos sabemos. ¿Qué sentido puede tener detenerse a observar lo elemental? Ninguno, excepto entrar a formar parte integrante de ese mundo que se observa.
Isabel Margeli

lunes, 10 de agosto de 2009

Sueños





Él desea las telas del cielo


Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,
recamadas con luz dorada y plateada,
las telas azules y las tenues y las oscuras
de la noche y la luz y la media luz,
extendería las telas bajo tus pies:
pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños;
he extendido mis sueños bajo tus pies,
pisa suavemente, pues pisas mis sueños.

Willian Buther Yeats Dublín (1835-1939)
Periodista polémico, senador, autor y empresario de teatro. Premio Nobel. En cierta forma mago, pero antes que nada poeta, en obra y vida.

sábado, 18 de julio de 2009

Aventura seminal de la huella





UNA CASA SIN VENTANAS o cómo no mirar un cuadro.

Cuando contemplamos una pintura la sometemos a un saber previo. A nuestra ley. A una mirada que siempre es anterior. La "obra" es considerada como una ventana. A través de ella, contra ella, arrojamos nuestras formas de ver, los más sabios establecerán largas genealogías e influencias de estilo; otros destacarán el cromatismo o la agilidad de la muñeca; también hay quienes intentan descifrar el secreto que alberga el cuadro en su interior. Así, el cuadro se convierte en una ventana por la cual nos asomamos al alma atormentada del autor. Sus pinturas representan secreta y por ello más fielmente su yo más íntimo.
Tras esas ventanas intentamos descubrir el sentido de la obra, el querer-decir del autor, aquello que precisamente le instituye como director, jefe del sentido, creador, autor. Mirada que se instituye espectacularmente: nos descubrimos en el reflejo de la obra, onanismo autoafirmativo.
¿Y si por el contrario fuera una casa sin ventanas? Podría ocurrir que la obra del autor no se dejara tematizar bajo el concepto ventana, bajo ningún concepto, ni saber propio...que la autoría se viera así diseminada...que no hubiese sentido ni ausencia de sentido, sino un exceso de sentido, de huellas que no se dejan atrapar en una focalidad previa y que arruinan el buen sentido, la rectitud; temblor que lo atraviesa y lo desplaza: aventura seminal de la huella, huellas que no remiten a un sello original, lugar en el que el pincel ya siempre es huella del trazo pintado y éste de aquella, lugar sin espacio. Nada de ventanas ni de origen del sentido, sino una diseminación del origen; nada de creación, otro nombre de la teología, sino producción que afirma lo múltiple y la différance en el origen. Que borra toda pretensión de originalidad. En vez de obra, de ventana, un algo, un indeterminado, que no dice ni expresa, sino que inquieta: temblor y temor que sacude la tranquilidad de la casa, la propiedad, la identidad. Riesgo que imposibilita cualquier identificación. Algo con lo que se conecta, que produce, que contagia... Algo que borra las fronteras entre autor, obra y espectador. Algo que es imposible de prologar, de presentar. Algo irreductible a saberes anteriores. Algo que escapa a la mirada. Algo que sólo puede ser visto con el oído, con el olfato, con los poros. Algo que cuando no se mira acontece.

Julio Díaz

jueves, 9 de julio de 2009

Arden las pérdidas













Aún sus manos acuden a mis sueños adelantádose a un grito negro, a hierros ocultos en mi corazón.

Antonio Gamoneda

viernes, 26 de junio de 2009

Le Nuvole




Las nubes

Vienen, van, de vez en cuando se paran y cuando se paran son negras como el cuervo, y parece que te miran con mal de ojo.
A veces son blancas y corren y toman la forma de la garza o de la oveja o de algún otro animal, pero esto lo ven mejor los niños, que juegan a correr tras ellas durante muchos metros.
A veces, te avisan con ruido antes de llegar, y la tierra tiembla y los animales enmudecen.
Vienen, van, vuelven e incluso se paran tantos días, que dejas de ver el sol y las estrellas, y te parece que no conoces ya el lugar donde estás.
Vienen, van, por una verdadera, mil son falsas y se ponen ahí entre nosotros y el cielo, para dejarnos solamente un deseo de lluvia.

Fabrizio de André

sábado, 20 de junio de 2009

Rosa de los vientos del Espíritu













Manchas, trazos, aquí, allá,
figuras impenetrables
Hablan de comienzos, de compromisos,
al más lejano estelar tal vez,
Sostén del meditante
en el centro un punto
sólo un punto
que responde a la necesidad de las necesidades
a la necesidad de la esencia
de la esencia de las esencias
en el centro un punto
llama, sin traicionar.

Meollo de las llegadas
Rosa de los vientos de Espíritu
Círculos de la omnipresente conjunción macho-hembra
Laberintos donde se insinúan y serpentean
los imperativos mástiles
del alfabeto de la lengua de los dioses

Principio sin discursos,
Principio de todo principio
Regreso al Principio
que remite a un nivel más allá
siempre sobre la vibración de lo Único
a todo acordado en profundidad
en íntima conjunción
abrazando,
esforzándose para abrazar aún con mayor holgura

La nube de ser se condensa
se repliega
Cosmos-Universo
cosmos del universo del "sí mismo"

Gorda, pesada, campesina, la materialidad
pero un hilo la une
un hilo por lo extraño a lo ilimitado la une
hilo de refuerzo
al que el propio vacío está vinculado
al que la totalidad está vinculada
al que el tiempo y el espacio indivisos están vinculados
y el Huevo original que flota sobre las olas de lo Informe
está vinculado

al que la creación y la disolución
y la interioridad está vinculada
y el diamante de su propia meditación

Saber. Saber participante
Inmensificante iluminación donde todo con todo entra en
resonancia
Contemplado. Reunido

Geometría más allá de las geometrías
Líneas, como radiaciones amortiguadas,
insistentes, clarividentes
cargadas de oculto
Dibujo para volver en lo absoluto
Dibujo-destino

Yantra (1973) Henri Michaux

jueves, 11 de junio de 2009

Alrededor de lo sabido





Se sentó con cuidado y puso los brazos sobre la mesa.
Tengo algo que deciros. Seguro que ya lo sabéis. Os lo habéis podido imaginar, os lo han podido sugerir, pero quiero decíroslo yo.
La madre no se permitió parpadear. El hermano sonrió maliciosamente. El padre adoptó el gesto severo de cuando recibe una noticia inesperada, por sí acaso.
Lo que os voy a contar es la razón por la que durante todos estos años he sido inaccesible, distante, desagradable e incluso borde.
Cállate- la madre arrugó la servilleta con cuidado- Ya lo sabemos.
¿Qué es lo que sabemos? Dijo bruscamente el padre con la taza en la mano. Yo no sé nada de lo que estamos hablando. ¿De qué estamos hablando?
Estamos hablando de mí.
Y, ¿qué es lo que no sabemos de ti? Lo sabemos todo. Eres nuestro hijo.
La madre se levantó de la silla y se puso a recoger la mesa.
A veces creo que no te enteras de nada.
Él le puso la mano sobre el brazo y la agarró con fuerza.
El padre la miró con ojos suplicantes.
Ya ha llegado el momento, ¿verdad?
Hace mucho que está aquí. Ya deberías haberte hecho a la idea.
La madre se giró, abrió el grifo y empezó a fregar. El padre miró la taza vacía.
¿Puedo decir algo? ¿Puedo terminar?
Hijo, ya no hace falta. Ahora no


Les regalo este cuento breve del joven escritor madrileño Iñaki Echarte Vidarte, forma parte del libro "Blues y otros cuentos" que hace unos poquísimos días presentó en la Feria del Libro de Madrid.

"Encontramos en Blues un verdadero arte de superficie: un inquietante cruce entre lo real y lo asombroso, entre el lenguaje y la vida, las palabras y las cosas. Se trata de un verdadero universo de intimidad: la intimidad de un silencio, de una mirada, de una despedida. Resonancias de un mundo interior todo tan implícito y desgarrador. No la intimidad de lo inefable, de lo oculto, ni siquiera del secreto, sino, presisamente, esa simple intimidad de lo más evidente y, por ello, de lo más trivial: de esas pequeñas vidas absurdas que se desmoronan en las grietas de sus insignificantes existencias. Blues nos hace partícipes de ese crack-up insubtancial que nos conmueve, nos entristece y fascina."
Carolina Meloni

jueves, 4 de junio de 2009

La soledad del artista






Arte poética


Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde.
El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de uno mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

Jorge Luis Borges

domingo, 31 de mayo de 2009








Zeus no podría desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui; sigo el odiado
camino de monótonas paredes
que es mi destino. Rectas galerías
que se curvan en círculos secretos
al cabo de los años. Parapetos
que ha agrietado la usura de los días.
En el pálido polvo he descifrado
rastros que temo. El aire me ha traído
en las cóncavas tardes un bramido
o el eco de un bramido desolado.
Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es fatigar las largas soledades
que tejen y destejen ese Hades
y ansiar mi sangre y devorar mi muerte,
nos buscamos los dos, ojalá fuera
este el último día de la espera.

"El Laberinto" ( Elogio de la Sombra) Jorge Luis Borges

Laberintos y minotauros



"...Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otros caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de otras. Ignoro quienes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. Como será mi redentor? me pregunto.
Será un toro o un hombre? será tal vez un toro con cara de hombre? o será como yo?
El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce.
Ya no quedaba ni un vestigio de sangre, lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo- el Minotauro apenas se defendió.

"La casa de Asterion" (El Aleph) Jorge Luis Borges

He plasmado los laberintos en múltiples obras a lo largo de mi vida, será por esa fascinación y temor que produjo en mi infancia la historia del Minotauro.
Escojo a este Minotauro desamprado, desvalido y solo, a este eco, olvido, nada, un ser que no ha descifrado el laberinto, singular y plural, arduo y distinto, del tiempo, que es de cada uno y es de todos.

lunes, 25 de mayo de 2009

Laberintos





En el fondo del sueño, cada
noche quiero perderme en las aguas obscuras
que me lavan del día, pero bajo esas puras
aguas que nos conceden la penúltima nada
late en la hora gris la obscena maravilla.
Puede ser un espejo con mi rostro distinto,
puede ser la creciente cárcel de un laberinto,
puede ser un jardín.
Siempre
Es la pesadilla.
Su horror no es de este mundo. Algo que no se nombra
me alcanza desde ayeres de mito y de neblina,
la imagen detestada perdura en la retina
he infama la vigilia como infamó la sombra.
Y el alma queda sola,
esa insensata rosa?

"Ephialtes" Jorge Luis Borges

domingo, 17 de mayo de 2009

Memorias xilográficas













Con los primeros fríos del 2008 empecé mis andaduras e investigaciones en la técnica de la xilografía (De xilo-´madera´y grafía ´escritura´). Arte de grabar en la madera: la xilografía se ha empleado en China desde el siglo VI, pero sus orígenes en Europa datan del siglo XII. La xilografía es la técnica más antigua de grabado, aparecida a finales del siglo XIV y desarrollada a principios del siglo XV en los Países Bajos, Alemania y Francia; esta técnica estuvo ligada desde sus inicios (y hasta la aparición de la fotografía) al libro ilustrado. La xilografía primitiva fue un medio popular de producción masiva de imágenes y alcanzó sus máximas cotas artísticas con Durero. Más tarde, a partir del XVI, se convirtió en una mera técnica de grabado de reproducción hasta ser recuperada, a finales del XIX, como método de grabado de artista.
Hacía años que mi actividad en el grabado estaba centrada en el metal, en los ácidos, los barnices, las aguafuertes, las aguatintas y todo lo que constituye el fascinante mundo de la calcografía.
La calcografía me había servido como modo de expresión para llevar a cabo el universo de los vegetales, concretamente el de las raíces (uno siempre vuelve una y otra vez sobre las propias obsesiones)
En los metales aparecieron las primeras imágenes de árboles, mejor dicho fragmentos de árboles, el metal con su técnica de la "transferencia" me permitió manipular cortezas, volúmenes y contrastes.
Pero estos árboles troceados me pedían a gritos un soporte diferente, quizás como una forma de volver al origen o simplemente por la necesidad de experimentar nuevos derroteros.
La madera se adaptaba como un guante, no sólo por el tipo de huella, señal o rastro, sino por la impresión profunda y duradera que brindan sus registros.
El gozo de trabajarla, lijarla, desvastarla, mimarla, sumado a la paciencia infinita que exige es incomparable.Hay un contacto total con el material, con su olor, rugosidad y hasta con el polvo y las virutas que produce.
Estas andaduras me abrieron nuevos caminos e inquietudes, la búsqueda de imágenes me llevó a contactar con personas que generosamente cedieron su material, verdaderos tesoros, y digo tesoros porque van más allá del concepto estético o la calidad de la fotografía, guardan un significado de peso para quienes los registraron.
Manuel "Tempero", Sofía Columela, Juan Carlos Gargiulo son parte de esos nombres que colaboraron generosamente para que desarrollara esta experiencia. Manuel con sus "Contorsionismos" sus "Morrudas", Sofía con sus "Viñas abrasadas por el invierno" Juan Carlos con sus hiedras trepadoras.
Compartir este proyecto fue y está siendo un gozo abarcador, forman parte de esta necesidad de recuperar la Memoria, esta Memoria personal y este viejo deseo de llevar a mi territorio expresivo a esos dolorosos "Bosques de la Memoria" que habitan allá en mi lejana Argentina.
Inés González

domingo, 10 de mayo de 2009

Púrpura desolada





Nuestros cuerpos se comprenden cada vez más tristemente, pero yo amo
esta púrpura desolada.
Ah la flor negra de los dormitorios, ah las pastillas del amanecer.



Estos bellos y desolados poemas de Antonio Gamoneda forman parte de "Libro del Frío" (1992), una obra indispensable de la poesía contemporánea en español.
Es "Libro del Frío" una poesía de honda dimensión humana.
Un poeta sin fe en un más allá ni creencia en ninguna salvación posible se siente desnudo ya de vida y se sienta a contemplar la muerte.
Se trata de un sujeto poético que encarna en su peculiar reflexión la incertidumbre de cualquier persona ante el fin de su propia vida. Y ese "yo", a fuerza de ser profundamente subjetivo, es todos los hombres.
"Libro del Frío" fue la primera publicación de Gamoneda tras la edición del conjunto de su obra en "Edad" (1987), y tras haber recibido el Premio Nacional de Poesía en 1988. Es este libro, el del mejor Gamoneda; su poesía plena alcanza aquí su más alto logro.
No es poesía mística, sino poesía de la soledad y del silencio, en la experiencia de los límites, no del lenguaje, sino de lo trascendente.

José Antonio Expósito/ Armonía de Símbolos y Límites en Libro del Frío, de Antonio Gamoneda.

martes, 5 de mayo de 2009

Tesoro literario





Buceando en YouTube encontré esta magnífica adaptación de "Casa Tomada" de Julio Cortázar, justo ahora que está a punto de publicarse en España el libro "Papeles Inesperados" con numerosos textos que el escritor nunca llegó a publicar, un verdadero tesoro literario que Julio dejó guardado en un recóndito cajón en Paris.
Entre estos textos inesperados os regalo dos poemas.

La Mosca
Te tendré que matar de nuevo
Te maté tantas veces, en Casablanca, en Lima
en Cristianía
en Montparnasse, en una estancia del partido de Lobos,
en un burdel, en la cocina, sobre un peine,
en la oficina, en esta almohada,
te tendré que matar de nuevo,
yo, con mi única vida.


En el penúltimo trozo del libro Cortázar florece sobre el sexo.

Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo.
Lo que me gusta de tu sexo es la boca.
Lo que me gusta de tu boca es la lengua.
Lo que me gusta de tu lengua es la palabra.

Del Libro "Papeles Inesperados" de Julio Cortázar

jueves, 30 de abril de 2009

En estos días


En estos días aciagos, de profunda incertidumbre, cuando el porvenir como planteaba Jaques Derrida sólo puede anticiparse bajo la forma de peligro absoluto, es necesario, casi imprescindible volver a Rilke, a modo de exorcismo, de escape, de huida.
Dos poemas les regalo en esta entrada, el primero un poema de amor del Libro de las horas, detrás de este singular libro de oraciones está Rusia, la inmensidad de la estepa, el silencio, la "tercera dimensión" del hombre ruso, el amor de Rilke por la escritora Lou Andreas Salomé; y todo lo que sobrecogió al poeta en los primeros años del siglo XX.
El segundo, un poema titulado "El lector" de El libro de las imágenes.
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Apágame los ojos: puedo verte;
ciérrame las orejas: puedo oírte,
y sin pies puedo andar hacia ti,
y aún sin boca puedo invocarte.
Arráncame los brazos y te asiré
con el corazón como con una mano,
detén mi corazón y latirá mi cerebro,
y si incendias mi cerebro
te llevaré en mi sangre.
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El lector
Ya hacía rato que leía. Desde que la tarde,
con rumor de lluvia, reposaba junto a las ventanas.
Del viento de afuera ya no oía nada:
tanto pesaba el libro.
Miraba sus hojas como los rasgos de una cara,
oscurecidos por cavilaciones,
y en torno a mi lectura se remansaba el tiempo.
De repente un resplandor baña las páginas,
y en ellas, en lugar del embrollo temeroso de las palabras,
se lee ahora sólo: atardecer, atardecer...
Aún no miro fuera, pero se desgarran
las largas líneas, y las palabras, desprendidas
de sus hilos, se van rodando adonde quieren...
Y entonces lo sé: por encima del ubérrimo
y espléndido jardín, el cielo se ha ensanchado;
el sol había de volver una vez más.
Y ahora, adonde miro, todo se torna noche de verano:
lo que estaba disperso se junta en pocos grupos,
anda oscura la gente por largos caminos,
y lo poco que aún sucede se oye
extrañamente lejos, como si significara algo más.
Y si ahora levanto los ojos del libro,
nada me turbará, y todo será grande.
Lo que vivo aquí dentro, está allí afuera,
y aquí y allá todo es ilimitado;
sólo que me entretejo más con ello
cuando mi mirada se acomoda a los objetos
y a la seria sencillez de las masas;
la tierra crece entonces más allá de sí.
Parece abarcar el cielo entero:
la primera estrella es como la última casa.
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Como el poeta de Praga en estos días les propongo la tarea de convertir la realidad ante la que nos encontramos en una segunda realidad interiorizada, invisible, salvada de las contingencias por las que está amenazada y a las que se encuentra expuesta.

jueves, 23 de abril de 2009

Pues en parte alguna hay permanencia




La muerte del poeta
Yacía. En su rostro alzado sobre el alto almohadón
había palidez y rechazo
desde que el mundo y aquel saber de él,
arrebatado a sus sentidos,
cayó de nuevo al año indiferente.
Los que lo veían vivir no sabían
que todo aquello y él era lo mismo,
y es que aquello: aquellos valles y praderas
y aquellas aguas eran su cara.
Oh sí, su cara era todo aquel espacio,
que ahora aún acude a él y lo reclama;
y su máscara, que expira angustiada,
es mórbida y abierta como el interior
de un fruto que se pudre al aire.
Nuevos poemas Rainer María Rilke

lunes, 20 de abril de 2009

Entraña verde



Green Park, London.




A ti, fertilidad, entraña


verde,


madre materia, vegetal tesoro,


fecundación, aumento,


yo canto,


yo, poeta,


yo, hierba,


raíz, grano, corola,


sílaba de la tierra,


yo agrego mis palabras a las hojas,


yo subo a las ramas y al cielo.


Inquietas


son las semillas,


sólo parecen dormidas.


Las besa el fuego, el agua


las toca con su cinta


y se agitan,


largamente se mueven,


se interrogan,


abajo lanzan ojos,


encrespadas volutas,


tiernas derivaciones,


movimiento, existencia.


Hay que ver un granero


colmado,


allí todo reposa


pero los fuegos


de la vida,


los fermentos


llaman,


fermentan,


arden


con hilos invisibles.


Uno siente en los ojos


y en los dedos


la presión, la paciencia,


el trabajo


de gérmenes y bocas,


de labios y matrices.


El viento lleva ovarios.


La tierra entierra rosas.


El agua brota y busca.


El fuego hierve y canta.


Todo


nace.


Y eres,


fertilidad, una campana,


bajo tu círculo


la humedad y el silencio desarrollan


sus lenguas de verdura,


sube la savia,


estalla


la forma de la planta


crece


la línea de la vida


y en su extremo se agrupan


la flor y los racimos.


Tierra, la primavera


se elabora en mi sangre,


siento


como si fuera


árbol, territorio,


cumplirse en mí los ciclos


de la tierra,


agua, viento y aroma


fabrican mi camisa,


en mi pecho terrones


que allí olvidó el otoño


comienzan a moverse,


salgo y silbo en la lluvia,


germina el fuego en mis manos,


y entonces


enarbolo


una bandera verde


que me sale del alma,


soy semilla, follaje,


encino que madura,


y entonces todo el día,


toda la noche canto,


sube de las raíces el susurro,


canta en el viento la hoja.


Fertilidad, te olvido.


Dejé tu nombre escrito


con la primera sílaba


de este canto,


eres tú más extensa,


mas húmeda y sonora,


no puedo describirte,


ven a mí,


fertilízame,


dame sabor de fruto cada día,


dame


la secreta


tenacidad de las raíces,


y deja que mi canto


caiga en la tierra y suban


en cada primavera sus palabras.


"Oda a la fertilidad de la tierra" Pablo Neruda

miércoles, 8 de abril de 2009

Llaga amarilla



Llegan los animales del silencio, pero debajo de tu piel arde la ampola amarilla, la flor del mar ante los muros calcinados por el viento y el llanto.

Es la impureza y la piedad, el alimento de los cuerpos abandonados por la esperanza.

Libro del Frio de Antonio Gamoneda

viernes, 3 de abril de 2009

Capturando imágenes


Bernuy de Porreros, Segovia invierno de 1991
Foto de Juan Carlos Gargiulo

Repetición como afirmación y memoria


Cuando digo: amo la repetición, lloro por la imposibilidad de repetir. Me encantaría poder repetir todo el tiempo, repetir todo: lo que es afirmación. Es incluso el sentido nietzscheano de la afirmación: poder repetir lo que se ama, poder vivir de tal modo que se diga a cada instante: quisiera revivir esto eternamente. Yo, y en esto soy feliz, no tengo una experiencia negativa en este sentido; todo cuanto vivo, o quizás casi todo, una buena parte de lo que vivo, es de tal modo que sería capaz de desear que recomenzara eternamente. Es un deseo afirmativo en el sentido en el que Nietzsche definía el eterno retorno en su relación con el deseo: que esto retorne eternamente. Tengo el sentimiento de que hay pérdida cuando sé que esto no se repite y que la repetición que amo no es posible; y llamo a esto pérdida de memoria, la pérdida de repetición, no de la repetición en el sentido mecánico del término, sino de la resurrección, resucitación, regeneración. Escribo, entonces para guardar. Pero la guarda no es un archivación monótona y muerta. Se trata, en el fondo, de memorias infinitas, de memorias sin límite que no serían forzosamente una obra filosófica o literaria, simplemente una gran repetición.
J. Derrida

martes, 24 de marzo de 2009

Aire con zumbidos






te comería el alma dijiste

y sucumbíamos en el infierno

de las cacerías

la pasión de la tribu

el olor de los cuerpos bañados

por una luz roja

que encendía las ventanas

las maderas el aliento de tu boca

universal que amé en la isla de oms

o en lindau en medio de la niebla

luz de tus ojitos de maíz

del vientre de las luciérnagas

luz de la linterna de diógenes

de la vela de rimbaud

en abisinia áfrica 1880

luz que ilumina el ocio

de los gatos

en la cabeza de los niños que nacen

de un perro que ha dormido

en las hojas del otoño

es tan lenta la mañana

es tan suave la dulzura de sus dedos

corderos que pasan atropellándose

como emperadores destronados sin destino

es tanto tanta cosa pública impública

que avanza o retrocede lejos de mi cuerpo

de tus ojos que puedo mirar

cuando hueles a piedra partida por un trueno

viejo ulises están oscureciendo el agua

florida de tus poros están azufrando

el vino perlado de las bodegas del puerto

de la ciudad del buen aire

aire con zumbidos y ruido de huesos

en el fondo del río de la plata

ojos que te hablan manos que te escuchan

mira el día

innumerables brazos rodean tu cintura

escucha el sonido de los cuerpos

que vuelven de las sombras chorreando sol

son gajos que me acarician

lenguas de miel que estallan en mis manos

voy aprendiendo sus nombres

sus señas particulares

no quiero olvidar nada

ni las manchas de sangre

ni los papeles llenos de secretos

que dicen "mataron el árbol de diana

el misterio soleado de las

voces en el parque"

flecha de humus que avanza y retrocede

sombras de animales y plantas

un bisonte herido huye hacia el infinito

pero sus formas quedan

en las cuevas de altamira


Del Libro "Pasión de la Tribu" de Juan González

jueves, 19 de marzo de 2009

Rostro


¿Qué nos queda una vez que hemos bajado hasta ahí?
El rostro;
el rostro que encierra "ese tesoro, esa pepita de oro, ese diamante oculto" que es el "yo" infinitamente frágil, estremeciéndose en el cuerpo;
el rostro sobre el que fijo mi mirada con el fin de encontrar en él una razón para vivir ese "accidente desprovisto de sentido" que es la vida
Milan Kundera

El gesto brutal del pintor


En estos días se expone en Madrid una magnífica exposición del pintor Francis Bacon, a modo de un pequeño homenaje les transcribo estos textos del escritor Milan Kundera, brillante y lacerante análisis de la obra de Bacon.
"Un día Michel Archimbaud, que preparaba un libro con las pinturas-retratos y autorretratos de Francis Bacon, me propone que escriba el prólogo. Me asegura que éste fue el deseo del propio Bacon. Me recuerda un breve artículo mío publicado hace tiempo en la revista L´Arc que Bacon consideraba como uno de los pocos textos en los que él se reconocía. No negaré mi emoción ante semejante mensaje que provenía, después de tantos años, de un artista a quién jamás he conocido y que me ha gustado tanto.
Escribí ese texto en L'Arc ( que, más tarde, inspiró parte de mi Libro de la risa y del olvido), dedicado al tríptico de retratos de Henrietta Moraes, en los primeros tiempos de mi emigración, hacia 1977, obsesionado como estaba por los recuerdos del país que acababa de abandonar y que permanecía en mi memoria como la tierra de los interrogatorios y la vigilancia. Este es el texto:
"Era en 1972. Había quedado con una joven en un suburbio de Praga, en un apartamento que nos habían prestado. Dos días antes, durante todo un día, la habían interrogado sobre mí. De modo que ella quería verme a escondidas (temía que la siguieran en todo momento).
Si por casualidad me interrogaban, mis respuestas deberían ser idénticas a las suyas.
Era todavía una jovencita que apenas sabía del mundo. El interrogatorio la había trastornado y el miedo, desde hacía tres días, le removía sin cesar las entrañas. Estaba muy pálida y salía constantemente, durante nuestra conversación, para ir al baño- hasta el punto de que el ruido del agua que llenaba la cisterna fue acompañando nuestro encuentro.
La conocía desde hacía tiempo. Era inteligente, aguda, sabía perfectamente controlar sus emociones e iba siempre tan impecablemente vestida que su traje, al igual que su comportamiento, no permitía entrever la mínima parcela de desnudez. Pero, de pronto, el miedo, como un gran cuchillo, lo había rasgado. Estaba allí ante mí, abierta, como el tronco escindido de una ternera, colgado de un gancho de carnicería.
El ruido del agua llenando la cisterna en el baño practicamente no paraba y yo, de repente, tuve ganas de violarla. Sé lo que digo: de violarla, no de hacer el amor con ella. No quería su ternura. Quería ponerle brutalmente la mano en la cara y, en un solo instante, tomarla entera, con todas sus contradicciones tan intolerablemente exitantes: con su traje impecable y con sus entrañas en rebelión, con su sensatez y con su miedo, con su orgullo y con su desdicha. Tenía la impresión de que todas estas contradicciones encerraban su esencia: ese tesoro, esa pepita de oro, ese diamante oculto en las profundidades.
Quería poseerla, en un solo segundo, tanto con su mierda como con su alma inefable.
Pero veía aquellos ojos que me miraban fijamente, llenos de angustia (dos ojos angustiados en un rostro sensato) y cuanto más angustiados se ponían aquellos ojos, más absurdo, estúpido, escandaloso, incomprensible e imposible de realizar se volvía mi deseo.
No por desplazado e injustificable aquel deseo era menos real. No sabía renegar de él -y cuando miro los retratos-trípticos de Francis Bacon, es como si me acordara de aquello. La mirada del pintor se posa sobre el rostro como una mano brutal, intentando apoderarse de su esencia, de ese diamante oculto en la profundidades. Es cierto que no estamos seguros de que las profundidades encierran realmente algo -pero, como quiera que sea, en cada uno de nosotros está ese gesto brutal, ese movimiento de la mano que arruga el rostro del otro, con la esperanza de encontrar, en él o detrás de él, algo que se ha escondido allí."

jueves, 12 de marzo de 2009

Memorias del sueño


Otra vez el amanecer y sus gallos
mientras mis ojos, hace exactamente un instante,
se han abierto, contra la geografía del cielo.
Otra vez el arte ha salido al encuentro
con su labio mudo, sin reconocer las vocales
que se quedaron en el sueño.
Una vez más diré las mismas cosas,
veré, de este lado, ese cuerpo
que empieza a pertenecerme un poco más
cada día.
Hoy, amada pasión,
estás aprendiendo a desodiarme, aunque tu lengua
de perro extraviado me siga, dando silbos de nostalgia,
de rabia y me haga vagar
como un loco, entre mareas del verbo.
Hoy, apenas nadie te conoce
por que no eres, por que no estás
en las galerías de museo alguno,
y a pesar de ello
entras con tu pluma, en el pecho
de los que se mueren en las cárceles,
de los que hacen barcos de papel,
de los niños,
de los despatriados y absurdos,
de los que te olvidan
y sin querer te nombran,
de los que leen el periódico y hablan del tiempo,
de todos, digo
aunque sólo hables desde el umbral del sueño
con otro nombre y sin los vértices
que abren tanto río en el alma de las razas.
Tal vez, por todas estas cosas
alguien deberá contar la historia
con otras lenguas y otros colores,
mañana, cuando hayamos abierto las puertas
y la cuerda vibre para destruir
el cuerpo hueco del espanto. Entonces
no habrá más pena, ni más olvido
en nuestra gran casa, enorme boca
vacía de miedo, llena de luz y de risas,
como antes del naufragio que nos dejó mudos,
huérfanos de toda memoria.
Por eso, esta noche,
innumerables jirones de creación,
caminarán por entero nuestro cuerpo,
haciéndonos temblar,
dándonos otros huesos,
otros hilos, para iniciar esa nueva trama
que nos salve del olvido.
Daniel González

jueves, 5 de marzo de 2009

Juegos de tinta


Hace años que, a causa de su interés por la pintura al óleo, Zao Wu-Ki se había apartado de la aguada, tipo de pintura para la que se requiere ser chino y estar lleno de cualidades chinas si uno quiere lograr realizarlas de manera ligera y aérea. Y he aquí que antes de salir de vacaciones, me llama, y, al lado de grandes hojas de papel aún vírgenes y blancas como la nieve, me muestra otras a las que acababa de cubrir por medio de este procedimiento y tan sutilmente que en vez de tinta era humo lo que parecía haber penetrado en ellas. ¡Ah, esa sorpresa! ¡Y qué gozo! Así que había recuperado su herencia: los ritmos de la naturaleza, más importantes que la naturaleza, tal como se le aparecieron al pensamiento allá. El "Yang" le esperaba. El "Yin" también, indefectiblemente. El papel sin espesor los había acogido de manera totalmente natural.
Hace algo más de un milenio, un poeta pintor, Wang Wei, hizo, usando tan sólo tinta diluida, una de las cascadas más memorables de este mundo y cantidad de montañas y senderos, bosques, promontorios y pinos en grupo o aislados agarrados suspendidos en rocas elevadas. Para todos estos espectáculos extensos, utilizaba un color, uno solo; y para más inri era negro. Mil matices desde lo pálido a lo oscuro y su espontaneidad prodigiosa hacían el resto.
"Había hallado la manera de pintar el soplo de las nubes...sus montañas eran tratadas como juegos de tinta".
El maestro, dícese en alguna parte, "pone la tinta ligeramente aquí, pesadamente allá". Lo sin materia es lo que resucita a la materia, la materia en movimiento. Así, el pincel evasivo cubre una gran distancia: Tao de la pintura en donde simultáneamente desemboca la poesía.
El pueblo del pincel se ha sentido a gusto con esta pintura y, a través de los siglos, se ha ejercitado en ella.
Zao Wu-Ki ha reanudado los juegos de tinta; a su manera.
Más liberado de lo concreto que sus predecesores en China, y más que en sus propias pinturas, sobre superficies más desnudas, más intactas.
Crecimientos abundantes, emergencias, riadas centelleantes en los que participan, sin separarse, los tres reinos, unidos en un reino total, el de los nacimientos.
Una vez puesto el negro, el blanco del papel, que por aquí y por allá quedó vacante, en zonas inesperadas se despierta. Es el Vacío que, para la armonía del Mundo, nunca ha de faltar, en ninguna parte.
Las fuerzas del exterior (lo único que es mostrado) tienen que ver sin duda alguna-parentela del Cosmos-con la naturaleza de los hombres, de hombres que, espontáneos, llenos de impulsos, no parecen conocer el abatimiento.
Lo abstracto amplía su aposento
abstracto por desapego
purificación de las presencias
Desparramos aquí, secreto allá
¿huevos o islas?
señal última
Lo abreviado, lo residual
Lo que no ha sido arrastrado se detiene
elíptico
Una masa se vuelve rastro
Llamada a lo compacto
Lo vivo zumbando aún
nacido al instante
el instante siguiente, solamente supuesto...
El espíritu del aforismo vagabundea por los alrededores
Presencia sentida de la antigua perspectiva aérea...
Con la suavidad de la seda
un aterrizaje sobre playa de papel
Y siempre a la llegada
aun no sé qué descontraído
...en absoluto occidental.
Del libro "Escritos sobre Pintura" de Henri Michaux

jueves, 26 de febrero de 2009

Viaje


El desplazamiento de las actividades creadoras es uno de los más extraños viajes al interior de sí que pueda hacerse.
Extraña descongestión, adormecimiento de una parte de la cabeza, la habladora, la escribiente (parte, no, sistema de conexión más bien) Uno cambia de apartadero cuando se pone a pintar.
La fábrica de palabras (palabras-pensamiento, palabras-imagen, palabras-emoción, palabras motricidad) desaparece, se anega vertiginosamente y tan simplemente. Deja de estar. El brote se detiene. Noche. Muerte local. No más ganas, no más apetito parlante. La parte de la cabeza que en ello se hallaba más interesada se enfría. Es una experiencia sorprendente.
Extraña emoción, también cuando recobramos el mundo por otra ventana. Como un niño, hay que aprender a andar. No sabemos nada.
Nuevas dificultades. Nuevas tentaciones.
Todo arte conlleva su propia tentación y sus regalos.
Tan sólo hace falta dejar venir, dejar hacer.
Del libro "Escritos sobre Pintura" de Henri Michaux

domingo, 15 de febrero de 2009

Exposición en La Roggia