jueves, 4 de junio de 2009

La soledad del artista






Arte poética


Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde.
El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de uno mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

Jorge Luis Borges

domingo, 31 de mayo de 2009








Zeus no podría desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui; sigo el odiado
camino de monótonas paredes
que es mi destino. Rectas galerías
que se curvan en círculos secretos
al cabo de los años. Parapetos
que ha agrietado la usura de los días.
En el pálido polvo he descifrado
rastros que temo. El aire me ha traído
en las cóncavas tardes un bramido
o el eco de un bramido desolado.
Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es fatigar las largas soledades
que tejen y destejen ese Hades
y ansiar mi sangre y devorar mi muerte,
nos buscamos los dos, ojalá fuera
este el último día de la espera.

"El Laberinto" ( Elogio de la Sombra) Jorge Luis Borges

Laberintos y minotauros



"...Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otros caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de otras. Ignoro quienes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. Como será mi redentor? me pregunto.
Será un toro o un hombre? será tal vez un toro con cara de hombre? o será como yo?
El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce.
Ya no quedaba ni un vestigio de sangre, lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo- el Minotauro apenas se defendió.

"La casa de Asterion" (El Aleph) Jorge Luis Borges

He plasmado los laberintos en múltiples obras a lo largo de mi vida, será por esa fascinación y temor que produjo en mi infancia la historia del Minotauro.
Escojo a este Minotauro desamprado, desvalido y solo, a este eco, olvido, nada, un ser que no ha descifrado el laberinto, singular y plural, arduo y distinto, del tiempo, que es de cada uno y es de todos.