martes, 6 de diciembre de 2011

La inalterable belleza de los tigres sonámbulos

















DE NUEVO DEJO VOLAR los grandes paraguas blancos en el aire nocturno. Lo sé, éste no es el camino del nuevo Colón, mi reino insular permanece sin descubrir.Las infinitas ramificaciones de las raíces del aire de las que he colgado una mano en cada una, se abrazarán solitarias, ignoradas de los viajeros de la altura, cada vez las agarrarán más compulsivamente las manos y nunca se quitarán el guante de la melancolía. Todo eso lo sé, pero sé también, que no puedo confiar en la marea que, como una espuma como la de abajo, baña las orillas como contornos de encajes de aquellas islas que yo deseo que se integren en el SUEÑO absoluto. Bajo mis pies descalzos se enciende la arena, me pongo sobre la punta de los dedos y me voy rumbo hacia arriba. Hospitalidad no puedo esperar, eso también lo sé, pero ¿dónde puedo detenerme,si no allí? No se me considera allí bienvenido. Un heraldo desconocido viene a mi encuentro en alta mar para decirme que me está prohibida cualquier escala. Ofrezco mis manos sangrantes por las espinas flotantes del cielo a cambio de un instante de reposo, en la esperanza que desde allí, desde la playa de seda de la primera despedida de mi mismo, aún pueda alzar una serie de velas redondas, hinchadas y pueda continuar mi periplo hacia ellas. Ofrezco mis manos para vigilar sobre que el equilibrio de esa flota póstuma permanezca sin riesgo alguno. De nuevo se me rechaza. A mi no me queda sino continuar el camino, pero se me van las fuerzas, cierro los ojos y busco un hombre con una barca.

Bucarest, Poemas y prosas de juventud, Paul Celan.

Libro de artista de Inés González

miércoles, 22 de junio de 2011

Árboles cercenados


Foto de Sofía Columela







































cercenar v. tr.
1 Cortar la extremidad de una persona o cosa: se cercenó los dedos con una sierra.

Esta es la historia de unos árboles cercenados, en realidad los árboles son un pretexto...la verdadera historia es una historia de amor.
Un amor truncado, amordazado, pero amor al fin.
Esta obra consta de tres matrices de PVC esponjoso de 30 x 30 c/u talladas con gubias.
Los árboles, unos chopos que nacieron juntos, casi pegados, al alcanzar su estatura adulta unieron sus copas como si fueran una sola.
Un día de invierno crudo los descubrí en un paseo por el campo.
Curiosamente su copa común estaba cruzada por una rama horizontal que a modo de látigo cercenaba su libertad.
Ni bien los vi me asaltó la idea, la asociación de las relaciones afectivas o amorosas truncadas.
Estas son las primeras pruebas, lo que en gráfica se denominan P/A, o pruebas del artista.
La estampación a rodillo con tinta negra nos revela exactamente el dibujo realizado.
Luego vendrá la búsqueda frenética del color y de los soportes que superpondré para la construcción final de la obra.
Los árboles fueron cercenados aún más por mi mano, tres imágenes a modo de variaciones sobre el mismo tema, o las múltiples lecturas que esconde un amor truncado.
En la primera plancha los chopos surgen en todo su esplendor con la rama mutilante, hay una repetición de la rama, siempre vuelvo una y otra vez en mi obra con el concepto de la repetición.
La segunda: tres árboles , dos alineados, con el tercero que irrumpe desde arriba invadiendo el espacio en blanco.
Al imaginarlos me vino a la memoria Frida Kahlo y su amante, el fotógrafo Nickolas Muray.
Una vez terminada la relación amorosa escribía Muray a Frida Kahlo : "Sabía que Nueva York no era para tí más que un sustituto, y espero que a tu vuelta hayas encontrado el refugio que buscabas. Eramos tres, pero en el fondo, erais vosotros dos. Siempre lo he intuido. Tus lágrimas cuando escuchabas su voz me lo decían. Te estaré eternamente agradecido por la felicidad que, sin embargo, me has dado".
En toda relación de tres siempre hay un cercenamiento.
La tercera y última matriz revela una imagen de los árboles unidos por hilos o cuerdas, nuevamente se repiten dejando el espacio central en blanco.
Las cuerdas nos recuerdan que en todo cercenamiento existen siempre ataduras, o vasos comunicantes en la mutilación.
La fotos no son buenas, una pequeña cámara me acompañó en el registro de este trabajo, no obstante sirven para compartir el gozo de estos días de construcción apasionada en mi estudio.

lunes, 23 de mayo de 2011

Impúdica belleza


















Hay un instante, cuando el sol enrojece


Hay un instante, cuando el sol enrojece los muros,
que descubre la huella última del amor.

El río lleva el aliento del bosque a otro clima. El aire límpido,
alcanza la cima del almiar.

Sólo el campo desierto -las ocas salvajes en sus nidos de agua-
conoce el sabor del verano.

Desde la colina, un árbol más, contemplo el fuego de la
tierra abrirse paso hacia nuestro muerto corazón.




Manuel Alvarez Ortega ( Córdoba 1923) Eremita de la belleza y poeta de poetas, pertenece a la denominada primera promoción de postguerra, en donde, por su brillantez metafórica y su riqueza imaginística, alcanza una de las cumbres más altas de la poesía española. Heredero de los románticos alemanes y los metafísicos ingleses, de los simbolistas y surrealistas franceses, su poesía nace del recogimiento interior, la expatriada soledad, el intento de profundizar en la experiencia humana y desentrañar el misterio de la existencia. Una poesía que, por su lenguaje, tan personal, y por sus hallazgos líricos, en lo más avanzado de la vanguardia, lo hace único en esa vertiente visionaria de la lírica de nuestro siglo.
(Ruiz Soriano: La síntesis del alma)

Río Amazonas, 2011.

domingo, 10 de abril de 2011

Pozomemoria, me moría















Pozo de Vargas


Te diré que han comido aquí tu carne,
sin saberlo,
tu pecho, sin saberlo,
tu pie;
pero cavilan todos en tus pasos
coronados de polvo.

César Vallejo




Hoy hablan tus huesos
y los ojos se detienen
en un cuadro
es un cuadro de una riña de gallos
donde se ve el temblor de las patas
o las crestas o el temblor
de la muerte del gallo blanco
que tiene el pico abierto

o come las vocales
del eco de tus manos
o de la lengua mutilada
por las ratas

rompe la nariz venga la lúpeta
caiga el ruínico de la trompa
del melícubo sayo suyo
del triste estás detrás
de la puerta sin nadie en la liana
que rompa la cúprica
del bénice del órrido solo
de la plúmbica no estrábica
ni circular sin óleo mármol mago
directamente no no tires
de la túnica del ácido del olor
del aire trémulo émulo

no rompas la mampara
el chasquido de la música
rock que sale por el balcón
ñoño wampole de la clase xíntara
de la lámpara en llamas que despertará
a la jetracina del kelatara
al perfume de la zopisa
o la clepsidra que ha perdido
memoria

pero dónde encontrar
el pico del gallo
sino en tu blusa
que guarda los redondeles
café con leche de los pezones

oh vera de los gallos
boca abierta del viento
que sacude el cuerpo de ordiseo
y hace crujir las escaleras
o las maderas del museo

ayer eras el sol la piel rayada
de los tigres de bengala
o la luz que irrumpe
la primera sala
de la exposición de greta güersman

o devora el piso de baldosas
de la escuelita de famaillá
esa escuelita a esa hora
de la muerte o las bocas
o la muerte de bocas abiertas
o los gallos teñidos de rojo crick
el pico no pica crick
la picana sí pica crick

crick sobre los ojos
hiere la luz crick
la piel se contrae y
se abre la boca o
el pico tiembla por los golpes
crick las descargas crick
crick el pico o el gallo abierto

abierto para que pasen
los ojos de ordiseo
o el abecedario de tu lengua
no hay nada que destruya la memoria



SAN MIGUEL DE TUCUMAN , 8 de abril de 2011(DyN) El juez federal de Tucumán Mario Racedo confirmó oficialmente el hallazgo de restos óseos humanos en dos sitios que venían siendo pesquisados desde hace años en la búsqueda de los cuerpos de desaparecidos durante la última dictadura.

El magistrado informó que en el llamado Pozo de Vargas (una zona a cinco kilómetros del microcentro) se encontraron numerosos huesos, algunos en buen estado de conservación, cuya identificación por ADN fue encomendada al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), para chequearlos con el Banco de Datos Genéticos de la Nación.

El lugar es un viejo pozo de agua que funcionó entre fines del siglo XIX y en desuso desde la década de 1940, que sirvió para abastecer a locomotoras de vapor que llevaban caña de azúcar a los ingenios.

La profundidad de la construcción (una especie de chimenea invertida bajo tierra) es de 40 metros; las excavaciones llegaron hasta los 30 metros, donde encontraron los restos, y ahora seguirán hasta el fondo, con expectativa creciente.

Racedo también anunció que se descubrieron huesos fragmentados, quemados y calcinados, compatibles con restos humanos, en una zona del ex Arsenal Miguel de Azcuénaga, donde funcionó en los '70 el centro clandestino más grande del Noroeste Argentino.

Las inspecciones fueron concretadas luego de haber desminado parte del extenso terreno. Y junto con los huesos se hallaron restos de goma y de alambre (corresponderían a cubiertas de neumáticos) y vainas y proyectiles de armas de fuego de calibre variado.

La confirmación fue recibida con emoción por familiares de detenidos desaparecidos, que ahora aguardan más datos para saber si son restos de sus parientes.

"La desaparición forzada de personas fue instrumentada por un meticuloso plan político que tenía dos objetivos, al ocultar los cuerpos de los perseguidos y torturados: sembrar el terror en el resto de la sociedad y garantizar la impunidad. Han fracasado porque nuestros desaparecidos están presentes en la memoria de nuestro sociedad y de nuestro pueblo. La verdad ha sido demostrada. Los cobardes asesinos y genocidas están siendo juzgados", señalaron los militantes de derechos humanos en un comunicado conjunto.

Mi hermano Hernán González fue secuestrado el 17 de setiembre de 1976 con 21 años de edad.
Según testigos en los Juicios realizados, murió por las torturas en el Arsenal Miguel de Azcuénaga.

Del libro "Tribulaciones de la lengua" Juan González.
Serie "Well", acuarelas, tintas, barnices sobre papel de Inés González

lunes, 21 de marzo de 2011

Ojo de Buey






Soy el río, soy la llama.

Su consumación da sentido a la pasividad de lo real.



Agua y fuego liberan su combate onírico. Lo visible es puesto en entredicho por ese monstruo que nos inventa todas las noches antes del amanecer y que nos subyuga con sus, todavía, enigmáticos artilugios. El Minotauro que guía nuestras más increíbles ensoñaciones, que mueve los hilos de nuestro vértigo, jamás descansa. La interrogación del sueño que fundamenta al psicoanálisis nos hereda una realidad más habitable, o por el contrario, nos lega la riesgosa patria de lo invisible. El laberinto recorrido por un yo extraviado en aquel mundo pálido burla los sentidos y nos deja a veces distantes de nuestro deseo. Inexorable contradicción, pues desde los griegos hasta la revolución freudiana la pregunta perdura en su incisiva temeridad: ¿Es Caronte o Eros el perverso timonel que urde nuestros sueños? No importa, ambos son los más antiguos nombres de la oscuridad…

Y así, nuestro auténtico ser se halla en esa contienda cotidiana con las sombras, parecieran decirnos —el nefasto remero del río Aqueronte y el sigiloso cazador alado que nos acompañan desde Grecia—, porque es entonces cuando el ojo irrumpe como una de nuestras liberaciones infalibles. La cárcel de la visión, el calabozo de los sentidos, denunciado desde hace más de dos milenios por aquel filósofo insuperable, para el autor de Casa tiempo tiene una inversa postulación, al adentrarse con una poesía inquisitiva y abisal en un mundo donde la vigilia es liberadora y donde el alba es el único sosiego que le corresponde a todos los seres del abismo.



Ah, y cuando despertemos, ¿estos amaneceres ciegos se esclarecerán?

Yuichi Mashimo

Yuichi Mashimo. Nació en la ciudad de Takasaki, prefectura de Gumma en Japón. Magister en Literatura Latinoamericana de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogóta, Colombia. Es investigador de poesía hispanoamericana. Ha publicado ensayos en japonés sobre Neruda, Borges y Paz, entre otros, en los medios académicos de su país. Su primer poemario Casa Tiempo (2000) apareció en la colección Creación Literaria de la Universidad Javeriana con prólogo de Javier González Luna. En 2008 la Colección Los Conjurados publicó su libro Casa tiempo II, en Bogotá. Se dedica a la docencia en la Universidad de Komazawa, Tokio.

"Ojo de Buey" Desierto, Ghadames, Libia, Noviembre del 2010.

sábado, 26 de febrero de 2011

Perlas de añoranza



















Amigos entrañables que dejé en Libia, noviembre de 2010

Bucarest

Como un día después debían comenzar las deportaciones, vino de noche Rafael, vestido con una vasta desolación de seda negra, con capucha, sus miradas ardientes se cruzaron sobre mi frente, arroyos de vino comenzaron a correr sobre mi rostro, se desparramaron por el suelo, los hombres los sorbían en el sueño.-Ven me dijo Rafael, colocando sobre mis hombros en demasía relucientes una desolación semejante a la que él llevaba. Me incliné ante mi madre, la besé incestuosamente y salí de la casa. Un enorme enjambre de grandes mariposas negras de los trópicos me impidió avanzar. Rafael tiró de mí hacia él y bajamos a la línea del tren. Bajo los pies sentí los rieles, oí el pitido de una locomotora, muy cerca, el corazón se me hizo un nudo. El tren pasó sobre nuestras cabezas.
Abrí los ojos. Ante mí había en una extensión infinita un gigantesco candelabro con miles de brazos.-¿Es de oro? le susurré a Rafael.-De oro. Subirás a unos de los brazos para que cuando yo lo haya alzado en el aire lo puedas fijar en el cielo. Antes del amanecer los hombres podrán salvarse cuando vuelen hacia allí. Yo les indicaré el camino y tú les das la bienvenida. Subí a uno de los brazos, Rafael pasó de un brazo a otro, los tocó uno tras otro, el candelabro comenzó a elevarse. Una hoja se posó en mi frente, precisamente allí donde me había alcanzado la mirada de mi amigo, una hoja de arce. Miro a mi alrededor: esto no puede ser el cielo. Pasan las horas y nada encuentro. Lo sé: abajo los hombres se han juntado, Rafael los ha tocado con su finos dedos, también ellos han subido y yo sigo sin detenerme.
¿Dónde está el cielo? ¿Dónde?

Poemas y Prosas de Juventud, Paul Celan.

domingo, 20 de febrero de 2011

A la cadena atada






















Cualquier piedra que levantes-
desnudas
a los que piden la salvaguardia de las piedras:
desnudos
renuevan el entramado desde hoy.

Cualquier árbol que abatas-
armas
el lecho en donde
las almas nuevamente se acumulan,
como si no temblase
a su vez este
eón.

Cualquier palabra que pronuncies-
das las gracias
a la corrupción


Paul Celan, poeta sin patria 1920-1970

Durante cincuenta años fue un superviviente. Superviviente del nazismo, superviviente de sus propias tormentas interiores, superviviente al naufragio de ver cómo su tierra cambiaba una y otra vez de manos, de fronteras, de un lugar asentado y con raíces profundas al que llamar patria.
Había nacido el 23 de noviembre de 1920, en la ciudad rumana de Czernowitz, en la Bucovina. Judío y de lengua alemana, Paul Celan, uno de los más altos poetas del siglo XX, sufrió en carne propia, hasta lo más profundo de su ser, lo que muchos de los mejores hombres de su tiempo: el terror estalinista y el terror nazi, que llevó a sus padres y a él mismo a los campos de exterminio. Sus padres se dejarían la vida en ellos, Celan, de nombre de pila Paul Antschel (Celan es el anagrama de Ancel, su apellido en rumano), se salvaría aun a costa de un terrible sentimiento de culpa, y fuertes trastornos depresivos que le acompañaron toda su vida.
Tras ser liberado, en 1944, trabajó como traductor y lector en Bucarest y Viena. No en vano, dominaba el ruso, el inglés, el francés, el italiano, el rumano, el portugués y el hebreo, lo que le posibilitó traducir a poetas como Rimbaud, Valery, Mandelstam, Michaux, Char y Pessoa. A partir de 1948 se instaló en París.
La obra de Celan, una de las más profundas, reveladoras y trascendentes del pasado siglo, la de un auténtico hechicero del lenguaje que en sus versos era arcilla con la que modelar los torturados destinos del alma humana, empezó a temprana edad. Esas primeras páginas son las que recoge «Paul Celan. Poemas y prosas de juventud» (Editorial Trotta, que ya publicara sus «Obras completas» y «Los poemas póstumos») con traducción de José Luis Reina Palazón.
Palabras clave
Siempre se ha tenido a Celan por un poeta difícil, oscuro incluso. Reina Palazón da las claves para acercarse a él. «Consideraba cada poema como algo tremendamente singular en sí. O sea, que cada poema presenta sus problemas. Pero para entendernos, habría que decir que en esta poesía de juventud lo más singular son las atrevidas imágenes, distintas e inesperadas en cada poema y lo inesperado de las mismas y la resonancia de sus palabras específicas. La reproducción de esa imaginería en su singularidad y sonoridad es lo más difícil».
Durante bastantes años, mantuvo relación con Heidegger, al que reprochaba más o menos veladamente que no se arrepintiera de su apoyo al nazismo. También tuvo algún trato con Theodor W. Adorno, aquel que dijera que era imposible escribir poesía después de Auschwitz. Celan la escribió, incluso tuvo que escribir en alemán, la lengua del opresor que había exterminado a su pueblo.
Su obra no es excesivamente conocida en España, a pesar de que como concluye José Luis Reina Palazón «Celan es el Hölderlin, el poeta esencial y trascendente, del siglo XXI, digo bien, no del XX, sino del XXI. Porque se adelantó a su porvenir».
Su vida terminó en el Sena, a cuyas aguas se arrojó desde el puente Mirabeau la noche del 19 al 20 de abril de 1970. Quedan sus doloridos versos. No hay rosas sin espinas.
Manuel de la Fuente.

Medina de Trípoli, noviembre de 2010

lunes, 24 de enero de 2011

Innecesario contingente cayendo en un desánimo nihilista










Esperando a los bárbaros

-¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.

-¿Por qué esta inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros.

-¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto
y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,
está sentado, solemne y ciñendo su corona?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
Y el emperador espera para dar
a su jefe la acogida. Incluso preparó,
para entregárselo, un pergamino. En él
muchos títulos y dignidades hay escritos.

-¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron
hoy con rojas togas bordadas;
por qué llevan brazaletes con tantas amatistas
y anillos engastados y esmeraldas rutilantes;
por qué empuñan hoy preciosos báculos
en plata y oro magníficamente cincelados?
Porque hoy llegarán los bárbaros;
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.

-¿Por qué no a acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidian la elocuencia y los discursos.

-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.



Constantino Kavafis escribió un enigmático poema en el que se habla de una multitud vaciando las calles y regresando sombría a sus casas porque ha comenzado a anochecer y no llegan los bárbaros. De algún modo, el poema expande un regusto a fracaso y traición que transgrede una larga tradición cultural: los bárbaros, que constituyen perennemente la metáfora de una terrible amenaza, son invocados como la última esperanza de salvación.

Constantino Petrou Cavafis (en griego Κωνσταντίνος Πέτρου Καβάφης. Alejandría, Egipto; 29 de abril de 1863 – 29 de abril de 1933) fue un poeta griego, una de las figuras literarias más importantes del siglo XX y uno de los mayores exponentes del renacimiento de la lengua griega moderna.

"Viñas abrazadas por el invierno", Titulcia enero de 2011, Inés González.

miércoles, 19 de enero de 2011

Ha de llover







Hay sequía en la luz y la ceniza llora,
como mi madre, sin lágrimas.

Ha de llover.

Ha de llover hasta que se levanten los maíces sagrados y sea posible la celebración de la muerte.

Ha de llover.

¿Por qué no? ¿ Por qué no ha de llover
en la tiniebla intestinal y en las hirvientes médulas?

Ha de llover

en los niños frenéticos y en los adoradores nocturnos
y en los ancianos extraviados en la música.

Ha de llover

en el pensamiento y en la felicidad ensangrentada.
Ha de llover sobre esta piedra enferma
donde, en la noche, cunde un resplandor
procedente de astros inservibles.

Ha de llover,

tiene que caer la lluvia suavemente
sobre los suicidas del amanecer.

Ha de llover
en la superficie cristianizada por la industria. Tiene que llover
hasta que aúllen las alondras y,
bajo las catenarias, en Vega Magaz,
los ferroviarios se desnuden
y detengan la máquina que llora.

Ha de llover en la extremaunción
sacramentalmente perversa. Ha de llover
en el interior del hierro y en la furia negra
de quince niños guineanos y
quince niños prematuros.

Ha de llover con ternura
sobre las secretarias parturientas.

Ha de llover
sobre los jueces y los asesinos,
sobre los comandantes y las monjas.

Ha de llover en los prostíbulos
y en los ministerios invisibles
y en ciertas fístulas azules y
sobre las serpientes melancólicas.
Y las serpientes han de silbar tristemente
treinta melodías olvidadas. Son
reconocibles por su olor a sombra
y a sustancia inguinal. Dichas serpientes
silbarán en las cajas de ahorro
y en los urinarios y en las tumbas.

Sí, ha de llover: hoy es martes
especialmente. Hoy resucitan
los fusilados de Villamañán.

Ha de llover en las letrinas
notariales hasta que aparezcan los títulos
de la propiedad mortal y de la tristeza hipotecaria y
cien cartas de amor de Francisco Franco.

Ha de llover con dulzura sobre las niñas que abortan en octubre.

Ha de llover en la agonía de Jorge Pedrero y
sobre los visitantes lívidos.

Ha de llover en mis venas
y en mi desaparición. Causa analógica:
se sabe que los agonizantes son felices
rodeados de llanto.

Ha de llover con crueldad católica
sobre los huesos de Felipe Segundo
y de los Caídos por Dios y por España.

Agua para los prostáticos
y su dolor universal, agua también
para los sifilíticos y los curas.

Agua para los Borbones
y para los mendigos y las mujeres rojas
que gritaban los gritos amarillos
de mil novecientos treinta y seis.

Ha de llover.

Ha de llover en los pantanos
rebosantes (se dice) de fascismo y de
tristeza imperial. Se han encontrado
poderosas razones ecuménicas
para que llueva en los pantanos. Es
físicamente necesario a causa
de la prosperidad del incesto y
de los cuchillos olvidados en las iglesias. Ha
de llover.

Ha de llover, sí, pero no han de olvidarse
los manantiales del odio ni las acequias
secretas de los monasterios ni
la humedad de las sociedades anónimas.

Ha de llover jamás y siempre. Con
desesperación agraria. Ha de llover
hasta que enloquezcan los metales
y el sílice y las inmensas madres
del Barrio de la Sal.

Ha de llover ya.

¿Está lloviendo?
Sí, está lloviendo. Las madres
son blancas y locas.
Ya vienen
al penal y a los laboratorios
de la tortura.

Ya
están aquí las madres. Traen
fuego y amor.

¡Ah de la lluvia
sobre las madres!

Ya

el agua y el amor y el fuego cunden.
Ya están ardiendo sin escoria
con esperanza roja, ávidamente,
dulcemente, los juicios sumarísimos.

¡Ah de la lluvia!


Antonio Gamoneda "Extravío en la Luz"

martes, 11 de enero de 2011

Dioscuro






DESPEDIDA EN EL TIEMPO
(fragmento)


Pero has caído, piedra o ave cegada por el Tiempo.
De todo tu esplendor solo queda el recuerdo vacío,
el acto incompleto de revivir aquellos días cuando
te alzabas de la raíz materna que a solas me nutría,
cuando una luz sulfúrica, un viento aterrador,
una letal blancura se extendía por un valle de huesos
y pobreza, cuando -ardiente- tu llanto flameaba
sobre mi exilio, encadenando sucesos, cerrando
los círculos de mi vida, cada gota de mi oscuridad
compartida con mil seres distintos, míos, únicos
testigos de un nocturno episodio que no se repetirá nunca.
Has caído. De ti sólo queda el eco de tu edad,
tu patria perseguida, un fuego subterráneo, un ruido
como una sal caliente que aún conserva la huella
de mi paso por ese descompuesto mundo: una mortaja,
una piedra erigida, una cruz oxidada, una reja
indiferente a tu exterminio y un redondel de hierba
que deja pasar la luz coronada de amargura.

(De Despedida en el tiempo, 1955).

Manuel Álvarez Ortega, Córdoba (1923), perteneciente a la primera promoción de posguerra, fundó y dirigió la revista Aglae (1949-53). Afín a las corrientes simbolistas y del surrealismo francés, su poesía se caracteriza por una vertiente sensual y llena de imágenes brillantes que arrancan del vanguardismo del 27, pero siempre con la expresión contenida, la elegancia musical del verso, la perfección estilística y una temática de preocupaciones existenciales en torno a la Muerte y el Tiempo que lo acercan a la tradición barroca y a la línea más metafísica del romanticismo anglo-germánico. Sus primeros poemarios inauguran una línea surreal, hasta llegar a obras claves en su trayectoria como Exilio, Dios de un día, Tiempo en el Sur, Despedida en el tiempo e Invención de la muerte. Luego vendrían: Lilia Culpa, Oscura marea y Oficio de los días.
Las inquietudes metafísicas centrarían Reino memorable y, sobre todo, el cambio formal que representa Génesis, con todo un universo simbólico que configura su poesía. Con Fiel infiel vuelve a la evocación amorosa mientras el tema del tiempo y la muerte van centrando Carpe Diem, Código o Fábula, que presenta una visión irónica de la realidad. Desde otra edad y Mantia Fidelis presentan el tema del amor, mientras la rememoración y la lucha contra el olvido definirían obras como Escrito en el Sur, Templo de la mortalidad, Liturgia o Gesta. A estos le seguirán una etapa cada vez más trascendental en la que destacan Claustro del día, Vulnerable dominio, Corpora Terrae, Acorde y su todavía inédito Heredad de la sombra.
Su estética aparece en Intratexto, mientras algunas composiciones pertenecientes a su libro Gesta han sido traducidas al inglés por Louis Bourne (Poemas / Poems).

Cabeza de cabra, Cyrene, Libia, Noviembre de 2010.

lunes, 3 de enero de 2011

Aún no vuelvo, no he vuelto.














Ser y no ser aquí se amalgamaron
en radiantes y hambrientas estructuras:
arde la vida y sale
a pasear un relámpago la muerte.
Yo sólo soy testigo
de la electricidad y la hermosura
que llenan el sosiego devorante.

Pablo Neruda
Plaza Verde, Trípoli Noviembre de 2010