domingo, 31 de mayo de 2009








Zeus no podría desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui; sigo el odiado
camino de monótonas paredes
que es mi destino. Rectas galerías
que se curvan en círculos secretos
al cabo de los años. Parapetos
que ha agrietado la usura de los días.
En el pálido polvo he descifrado
rastros que temo. El aire me ha traído
en las cóncavas tardes un bramido
o el eco de un bramido desolado.
Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es fatigar las largas soledades
que tejen y destejen ese Hades
y ansiar mi sangre y devorar mi muerte,
nos buscamos los dos, ojalá fuera
este el último día de la espera.

"El Laberinto" ( Elogio de la Sombra) Jorge Luis Borges

2 comentarios:

virgi dijo...

¡Ah, que belleza de texto! ¡Y qué bien va con tu obra!
Esos laberintos que nosotros mismos forjamos y de los que muchas veces no logramos salir.
Somos también Teso y Minotauro a un tiempo.

Tempero dijo...

Atrapado como está el protagonista del poema bien reflejado en tu obra con ese sombrero laberíntico, digo que, atrapado como está bien podría tornarse y decir 'Sé que en la sombra hay Otro, cuya desgracia es joder la alegría.' Pero no sé, muy raro hay que encontrarse para estar disfrutando y ser agorero. Lo que sí sé es que mientras trabajas tienes fatigada la soledad.

Una besazo pibona.