viernes, 5 de febrero de 2010

No quedan más que señales






Se percibe
la cercanía de su cuerpo
que todo el tiempo
se balancea o emite
voces que invaden
el espacio o
los sitios donde ha llovido
donde alguien remueve
brasas para calentarse
y donde no hay otra cosa
que no sean señales
o gestos
miradas que van más allá
de los ojos

pero sobre todo bocas
que la sorben y
la devuelven humeante
como un huevo
lavas que sellan su eternidad
en los brazos de un árbol
que envuelve
sus piernas en medio
de una habitación revuelta
donde se consuma
el amor o
las luces intermitentes
del deseo que habla
a través de los cuerpos
su lenguaje primitivo

así calma su sed
en ciudades o idiomas
que se escuchan
por las bandas del dial
que su mano mueve
guiada por las parabólicas
que almacenan todos los sonidos.

Juan González