sábado, 21 de septiembre de 2013

Durmiente II. La Casa



























































































































Una casa erigida en el corazón
Mi catedral de silencio
Reanudada cada mañana en sueños
Y cada noche abandonada
Una casa cubierta de alba
Abierta al viento de mi juventud

Jean Laroche
 
 
De la serie "Tras la Huella de Karl Blossfeldt" Dibujos a tinta china de Inés González


8 comentarios:

JosepMª dijo...

Hoy,
tu plumilla,
se supera.
Dibujas el alma.
La calma
en el afable rostro.
Compás de (serena) espera.
Con los ojos cerrados.
Y esos cabellos entrelazados
con un nido.

Dormir,
tal vez soñar
el tiempo ido.
o el por venir.

Volar
como esa pluma
deshilachada.
Volar hacia la Nada.
Hacia la Muerte.
O hacia la Vida.
¿Lo sabré
al final de la partida?

Perro viejo,
me incomodo
por casi todo.

Negras tormentas
agitan los aires...

Inés González dijo...

Los perros viejos son sabios, por eso se incomodan por todo, además de por los gastados huesos, que los nos condenan a cierto pesimismo o resignación frente al dolor y la estampida de los años.
Esta Durmiente recuerda, añora la casa perdida, ese refugio de juventud y familia presurosa, que siempre permanece y permanecerá en su memoria, de lo contrario no sería ella y su identidad.
Cada durmiente tiene su huella, su atadura, nunca se van, pero las plumas que felizmente no cesan mantienen el alma en calma.
Un abrazo de perra vieja

Carmen dijo...

Me "obligas" Inés, siempre lo haces.

Con esta obra también.

Después de obligarme a detenerme en el dibujo, en el que voy dando saltitos como un gorrión, de las cejas a la barbilla, de la boca a las pestañas, del pelo a la nariz. Revoloteo un poco hacia atrás y veo el rostro completo. De otro saltito llego al nido, me pongo en el borde, me meto dentro. Desde allí calentito veo caer las plumas, suaves y como una caricia.

Y me has obligado a releer el capítulo Casa y universo. Me detengo en estas palabras de Gaston Bachelard...

...Harían la anatomía de una casa viva. Pero si la casa es un valor vivo, es preciso que integre una irrealidad. Es necesario que todos los valores tiemblen. Un valor que no tiembla es un valor muerto

Y uniendo la belleza de tu obra con el hondo significado que tiene, queriendo o sin querer, me convierto en un gorrión, y tiemblo.


Gracias siempre por "obligarme"

Un abrazo

Inés González dijo...

Cómo te voy a obligar Carmen! cómo te voy a obligar si fuiste vos la que trajiste al gran Bachelard a estas imágenes, a estos Nidos tan humanos y simbólicos.
Me dirás sonriente, es dialéctico Inés, primero tus Nidos, luego Bachelard, primero Bachelard y su artillería de la Poética del Espacio y luego tus Nidos, y te responderé sonriente: es verdad!
Siempre se vuelve, porque el fantasma siempre es el mismo, como un incesante espejo...
Un abrazo con alas de pájaros

Tempero dijo...

Ya te lo dije en su momento: el acierto de esta durmiente con el poema. Aunque mínimamente, algo conozco de la durmiente-casa.
Pero el gran acierto es la prolongación del cabello en nido o, si quieres, el asentamiento del nido-casa en el cabello.
Es de un simbolismo onírico brutal esta oba tuya.
Celoso estoy de ti de como pintas.

Inés González dijo...

Ya sabe Tempero, hay quienes dicen que solo es cuestión de ponerse, tiene Ud unos carboncillos muy potentes, y su imaginería desborda por todos lados, pero sí le advierto, la pluma, y estos organismos oníricos requieren de una paciencia casi zen. La tendrá?
Esta Durmiente guarda en su enmarañado cabello la casanidoperdida, será como forma de mantenerla viva, o simplemente es el fantasma que nuca cesa. A veces ni el conjuro de las plumas logra liberar a Los Durmientes.
Un abrazo y gracias por su comentario.

Anónimo dijo...

Pluma despeinada, queda. Siempre hacemos y rehacemos nidos.
Bello, gracias.
L.

Inés González dijo...

Cuánta razón tiene apreciada-o anónimo, el hacer y el deshacer es parte de la vida, menos mal! qué aburrido sería todo estático, no cree?
Un saludo cordial