martes, 11 de enero de 2011

Dioscuro






DESPEDIDA EN EL TIEMPO
(fragmento)


Pero has caído, piedra o ave cegada por el Tiempo.
De todo tu esplendor solo queda el recuerdo vacío,
el acto incompleto de revivir aquellos días cuando
te alzabas de la raíz materna que a solas me nutría,
cuando una luz sulfúrica, un viento aterrador,
una letal blancura se extendía por un valle de huesos
y pobreza, cuando -ardiente- tu llanto flameaba
sobre mi exilio, encadenando sucesos, cerrando
los círculos de mi vida, cada gota de mi oscuridad
compartida con mil seres distintos, míos, únicos
testigos de un nocturno episodio que no se repetirá nunca.
Has caído. De ti sólo queda el eco de tu edad,
tu patria perseguida, un fuego subterráneo, un ruido
como una sal caliente que aún conserva la huella
de mi paso por ese descompuesto mundo: una mortaja,
una piedra erigida, una cruz oxidada, una reja
indiferente a tu exterminio y un redondel de hierba
que deja pasar la luz coronada de amargura.

(De Despedida en el tiempo, 1955).

Manuel Álvarez Ortega, Córdoba (1923), perteneciente a la primera promoción de posguerra, fundó y dirigió la revista Aglae (1949-53). Afín a las corrientes simbolistas y del surrealismo francés, su poesía se caracteriza por una vertiente sensual y llena de imágenes brillantes que arrancan del vanguardismo del 27, pero siempre con la expresión contenida, la elegancia musical del verso, la perfección estilística y una temática de preocupaciones existenciales en torno a la Muerte y el Tiempo que lo acercan a la tradición barroca y a la línea más metafísica del romanticismo anglo-germánico. Sus primeros poemarios inauguran una línea surreal, hasta llegar a obras claves en su trayectoria como Exilio, Dios de un día, Tiempo en el Sur, Despedida en el tiempo e Invención de la muerte. Luego vendrían: Lilia Culpa, Oscura marea y Oficio de los días.
Las inquietudes metafísicas centrarían Reino memorable y, sobre todo, el cambio formal que representa Génesis, con todo un universo simbólico que configura su poesía. Con Fiel infiel vuelve a la evocación amorosa mientras el tema del tiempo y la muerte van centrando Carpe Diem, Código o Fábula, que presenta una visión irónica de la realidad. Desde otra edad y Mantia Fidelis presentan el tema del amor, mientras la rememoración y la lucha contra el olvido definirían obras como Escrito en el Sur, Templo de la mortalidad, Liturgia o Gesta. A estos le seguirán una etapa cada vez más trascendental en la que destacan Claustro del día, Vulnerable dominio, Corpora Terrae, Acorde y su todavía inédito Heredad de la sombra.
Su estética aparece en Intratexto, mientras algunas composiciones pertenecientes a su libro Gesta han sido traducidas al inglés por Louis Bourne (Poemas / Poems).

Cabeza de cabra, Cyrene, Libia, Noviembre de 2010.

6 comentarios:

Ventana indiscreta dijo...

La muerte y el tiempo siempre tienen por principio descabezarnos.
A mí, esa imagen, de las que he visto muchas por los mercados de Fez y Marrakech, no me altera. Quizá por que suponga el previo natural de quie ha llevado a cabo la muerte de esa cabra: alimentarse.

Del poema te diré que me ha asombrado lo erguido que está y lo bien forjado, en imágenes y palabras.
Un poema que no se desparrama así como así. Joder qué poema has traído hoy aquí, Inesita.

Shandy dijo...

Claudicadión, derrota:
"Has caído"
en la "letal blancura", una "Mortaja".

Inés, texto e imagen se complementan. Las palabras que selecciono del texto definen lo que me transmite la fotografía: Claudicación. En contra de lo que dice Sofía, esa cabeza de cabra a mí sí me provoca desazón.
La vida nos yugula, nos derrota, nos queda el acto incompleto de revivir aquellos días... el eco de tu edad, la patría perseguida... Sólo pasado. Y después,después de la vida, un "redondel en la hierba".
No conocía a Manuel Álvarez Ortega. Amargos, dolorosos e intensos son los versos de Despedida en el tiempo, versos que me traen estos otros a la memoria:
¡Oh dolor de dolor! Corre el tiempo, la vida,
y el oscuro enemigo que nos va desangrando
crece y se fortifica con la sangre perdida!

Pero la palabra escrita, tanto para el creador, como para el lector, es "consoladora", aunque provenga de una experiencia o pensamiento doloroso (A. Gamoneda. Sabes que acabo de escucharlo).
Gracias

El peletero dijo...

¿Las despedidas pueden ser fuera del tiempo?

¿Por qué has titulado el post “Dioscuro”?

Disculpa tantas preguntas.

Saludos.

mateosantamarta dijo...

A mí me inquietan tanto la imagen como el poema. He visto cabezas de animales cortadas y yo, que soy de pueblo y viejo, no estoy limpio de culpa en ese sentido. Inquieta esa cabeza porque no parece muerta, sino más bien que nos mira...
Nacer es caer...aunque no sé de donde...
Dioscuro en singular y sin acento puede ser un juego evocador de conceptos -a mí me gustan mucho-.

mateosantamarta dijo...

Había un error en mi enlace hacia tu blog: corregido. Un abrazo.

Anónimo dijo...

De la foto, es la lengua lo que me inquieta; esa lengua morada, sin vida, más muerta que la mirada.