domingo, 26 de septiembre de 2010

Donde todo se precipita






Todo se posee, es verdad,

en la luz.

No ver sino el contorno.

La luz dice la presencia.

El contorno está vacío


Roger Munier 1923-2010
El pasado 10 de agosto falleció a los 86 años en Francia el lúcido poeta, filósofo, ensayista y traductor Roger Munier, quien fuera amigo entrañable de René Char, Paul Celan, E.M. Cioran e Yves Bonnefoy, entre otras grandes voces de la literatura universal.

Nacido en Nancy, el 21 de diciembre de 1923, estudió filosofía y teología y dirigió la colección el Espacio Interior de Editorial Fayard de París. Publicó numerosos textos de budismo, hinduismo, islamismo y taoísmo. Sus traducciones del alemán, inglés, griego antiguo, español y japonés, son piezas de culto en su Francia natal y contemplan la obra de Heidegger, Silesius, Kleist, Paz, Juarroz, Porchia, Heráclito, y el memorable libro Haiku – de las cuatro estaciones.

Es autor de las siguientes obras: Contra la imagen (1963), El instante (1973), La visita que jamás viene (1983), Éxodo (1993); La ardiente paciencia de Rimbaud (1993), Orfeo (1994), La dimensión desconocida (1998), La cosa y el nombre (2001) y Las aguas profundas (2007)...

En 1972, desde Friburgo, Martin Heidegger, definitivo amigo de Munier, le envió una misiva donde analiza la “Carta del vidente”, que se ha convertido en un documento imprescindible para los estudiosos del infante iluminado, reproduciéndose en numerosas lenguas.


Cuerpo masculino y Viña, Inés González.

4 comentarios:

Ventana indiscreta dijo...

¡Vaya cefalópodo vitivinícola la raíz esa!

Me dirás que soy un poco bruta pero, ¿el poema de Rogier Munier llevado a un ciego? Para un ciego el contorno es esencial. Se puede interpretar, cierto, pero llevado a un claro pragmatismo, no sería lo mismo escribir ese poema para alguien que ve que para alguien que no ve.

Añado: donde todo se sedimenta.

Besos, piba.

El peletero dijo...

Es curioso, para mí solamente existe el “Éxodo” de Leon Uris y la película de Otto Preminger, con Paul Newman y Eve Marie Saint.

Fíjate, ver la fotografía que nos muestras me duele, me aplasta, hace daño como si fuera a herirme.

Son mejores las manos, a veces.

Saludos.

Tinta de aterrizaje dijo...

El lugar donde todo se precipita.
Donde todo se precipita, donde el reposo es luz.
En definitiva, razón tienes, múltiples variables las de la precipitación pero, ante todo, somos contorno donde todo se precipita.
Otra cosa sería el precipicio, donde también todo de precipita. Dicen que precipitarse no es bueno, ¿qué opinas?
La mano del posador debiera haber seguido la línea de la raíz, su postura ahí parece de combate y los combates no me agradan.

mateosantamarta dijo...

No entiendo muy bien lo de que el contorno está vacío -quizá hacia fuera- y tampoco el que todo se posee en la luz -sólo lo externo-.
Es bonito pero no lo entiendo.
La cepa -la que muestras es espectacular- sabe de profundidad y de obscuridad: plantada en ella, sigue buscándola con ahinco porque sabe que es ahí donde está la garantía de la supervivencia.
Nuevamente la mezcla de la piel frágil en abrazo con esas garras -agarres- poderosas me produce desazón.
Son cosas mías.
Apenas conozco a Mounier de nombre.