miércoles, 12 de diciembre de 2012

Tras la Huella de Karl Blossfeldt, Todas las rojas fantasías de una amapola silvestre




































































                                                     Magnolios y Adormidera  Herida



 Una flor en mi muerte. Sólo una flor.

No un sueño colmado de luz ni una agregación de espíritus sostenida por una música sin límites.

Solo una flor.


"Canción Errónea"  Antonio Gamoneda

Dibujos a Tinta China s/papel Zerkall  de Inés González

Serie "Tras la Huella de Karl Blossfeldt"

4 comentarios:

Carmen dijo...

Existen los perfumes inguinales, lenguas en las heridas femeninas
y el corazón está cansado.


En esta secuencia de fotografías el origen es la herida.

Yo siento en ti grandes heridas y te desnudas en mis fuentes

A partir de esa herida inicial comienza la "construcción" y cada pliegue, cada trazo, conforma el estado final


Las palabras que acompañan a esta secuencia.... Todas las rojas fantasías de una amapola silvestre...
nos cuentan que la herida no es, a pies juntillas, sinónimo de dolor

Laten en ti bestias felices: música al borde del abismo.

Soy adicta a las flores silvestres, a las hermosas fantasías. Desde hace años me encantan los magnolios y desde hace menos me hechizaron las adormideras.

Celebro que hayas unido esta Herida con los magnolios, con la fantasía...con la música


Un abrazo


pd...la cursiva es de Gamoneda, of course

Inés González dijo...

Estimada Carmen: El incógnito es la ley de estas imágenes, sobre todo de las Adormideras, pareciera que en su interior habita el verdadero inquilino del arte, llanura abisal de emociones insondables.
No te equivocas al seleccionar estos versos de Gamoneda, para nombrar de alguna forma, la secuencia de la serie.
Para mi también fue un desafío escoger un texto para ellas. Herida, no sólo por su nombre, sino por su explosiva imagen condicionaba muchísimo la elección.
Fue una especie de duelo entre Forugh Farrojzad y Don Antonio.
Ya conoces la historia de mi "apropiación" de estas imágenes, siempre trato de respetar al autor, pero nunca a pie juntillas, como bien dices y no se te escapa.
Llevo a esta Herida a mi territorio de la sensualidad, de la fantasía amorosa, los insistentes magnolios custodiándola, forman parte de esa danza, para que el observador, como decía Beaudelaire, sea un príncipe que disfrute por doquier de su incógnito.
Un gran abrazo, y gracias por tu sabroso comentario.

Tempero dijo...

Te estoy acompañando.
No estás sola.


Así termina ese pletórico intimismo a la amapola de Claudio Rodriguez.

También, sobre su sobra, el poeta dice estar herida y conmovida a ras de tierra.

Y así es como empezamos tú y yo Negra, con esa sombra. Y seguimos hallándonos el lo más fértil.

Celebro tus reconversiones de mis fotos en arte. Y cuanto.

Besos.

Inés González dijo...

Es extraña la vida Manuel, es verdad, que allá lejos y hace tiempo comenzó esta andadura de la mano de este inmenso poema.
Con gusto lo traigo nuevamente, merece ser leído una y otra vez:

Sombra de la amapola

Antes de que la luz llegue a su ansia
muy de mañana,
de que el pétalo se haga
voz de niñez,
vivo tu sombra alzada y sorprendida
de humildad, nunca oscura,
con sal y azúcar,
con su trino hacia el cielo,
herida y conmovida a ras de tierra.

Junto a la hierbabuena,
este pequeño nido
que está temblando, que está acariciando
el campo, dentro casi
del surco,
amapola sin humo,
tú, con tu sombra, sin desesperanza,
estás acompañando
mi olvido sin semilla.
Te estoy acompañando.
No estás sola.

Claudio Rodríguez
(El vuelo de la celebración, 1976)

También Rodríguez la ve "Herida y Conmovida".

Que esta compañía no cese nunca para seguir creando y disfrutando.
Un gran abrazo