lunes, 21 de marzo de 2011

Ojo de Buey






Soy el río, soy la llama.

Su consumación da sentido a la pasividad de lo real.



Agua y fuego liberan su combate onírico. Lo visible es puesto en entredicho por ese monstruo que nos inventa todas las noches antes del amanecer y que nos subyuga con sus, todavía, enigmáticos artilugios. El Minotauro que guía nuestras más increíbles ensoñaciones, que mueve los hilos de nuestro vértigo, jamás descansa. La interrogación del sueño que fundamenta al psicoanálisis nos hereda una realidad más habitable, o por el contrario, nos lega la riesgosa patria de lo invisible. El laberinto recorrido por un yo extraviado en aquel mundo pálido burla los sentidos y nos deja a veces distantes de nuestro deseo. Inexorable contradicción, pues desde los griegos hasta la revolución freudiana la pregunta perdura en su incisiva temeridad: ¿Es Caronte o Eros el perverso timonel que urde nuestros sueños? No importa, ambos son los más antiguos nombres de la oscuridad…

Y así, nuestro auténtico ser se halla en esa contienda cotidiana con las sombras, parecieran decirnos —el nefasto remero del río Aqueronte y el sigiloso cazador alado que nos acompañan desde Grecia—, porque es entonces cuando el ojo irrumpe como una de nuestras liberaciones infalibles. La cárcel de la visión, el calabozo de los sentidos, denunciado desde hace más de dos milenios por aquel filósofo insuperable, para el autor de Casa tiempo tiene una inversa postulación, al adentrarse con una poesía inquisitiva y abisal en un mundo donde la vigilia es liberadora y donde el alba es el único sosiego que le corresponde a todos los seres del abismo.



Ah, y cuando despertemos, ¿estos amaneceres ciegos se esclarecerán?

Yuichi Mashimo

Yuichi Mashimo. Nació en la ciudad de Takasaki, prefectura de Gumma en Japón. Magister en Literatura Latinoamericana de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogóta, Colombia. Es investigador de poesía hispanoamericana. Ha publicado ensayos en japonés sobre Neruda, Borges y Paz, entre otros, en los medios académicos de su país. Su primer poemario Casa Tiempo (2000) apareció en la colección Creación Literaria de la Universidad Javeriana con prólogo de Javier González Luna. En 2008 la Colección Los Conjurados publicó su libro Casa tiempo II, en Bogotá. Se dedica a la docencia en la Universidad de Komazawa, Tokio.

"Ojo de Buey" Desierto, Ghadames, Libia, Noviembre del 2010.

5 comentarios:

jg riobò dijo...

La belleza de la imagen permanecerá en la retina por mucho tiempo.

El peletero dijo...

El ojo de buey es al mismo tiempo una pecera, no sabemos si estamos dentro o fuera.

Un cuenco, una olla, un pote, una barca y un río que nos quema a fuego lento.

Besos.

Tinta de aterrizaje dijo...

Las aguas pasivas y su calor añadido dan lugar a las ovas que parecen llamaradas verdes bajo el agua.

'Soy el río, soy la llama.' ¿Somos llamados a un río o al fuego?

Me temo que Libia más esta llamada ahora a amaneceres ciegos. Siempre desear un combate onírico que despertar ante una incierta realidad.

miarte Mirtya Huizzi dijo...

Todo quema y arde...
Hasta los ojos, que ven lo que no quisieran...
Es bella la imagen y la palabra...
Un abrazo

Anónimo dijo...

ayer