domingo, 2 de mayo de 2010
Jardines erráticos, extintos.
Este es el manuscrito de una erosión.
Esta es la narración imposible de un instante.
El peldaño de una duda.
El borde fronterizo de una sílaba,
la cámara lenta de un abismo,
la aclimatación de la sonrisa.
Textos del poemario "Sombras y paraísos" de Rosana Acquaroni.
Libro de artista, acuarela, tintas, acrílico, foto y raíz de Inés González.
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5 comentarios:
estes trabajos san fantasitcos . muy muy buenos .
y belo poeam tambien !
He estado aquí varias veces. la tercera imagen me resulta tan inquietante que me desazona. Un abrazo. La primera es sugerente...
Cualquier jardín es la prueba fehaciente de una extinción. La naturaleza artificial siempre me ha gustado más que la otra.
Saludos.
Al hilo del señor Peletero me atrevo a comentar:
'Cualquier jardín es la prueba fehaciente de una extinción.' Me importa esa frase para interpretarla. ¿Se refiere a la extinción de lo natural y, de ahí, la recogida en un gueto de lo que pudieramos tener al aire libre?
Lo que sí le digo yo a quien firma el comentario anterior es que un jardín cualquier merma de atención sirve para asilvestrarlo y, al remate, extinguirse. No ocurre así con las plantas al natural, que se adaptan a los cambios, se reflotan si después de una época mala viene otra buena.
Y yo disiento: nunca me gustó la naturaleza artificial (ni si quiera comparo el gusto).
Saludos.
Apreciado Damián, es verdad, me gustan mucho más los paisajes pintados que los paisajes “naturales”, ¡qué le vamos a hacer!, cada uno es como es.
También prefiero a un buen robot que a un gato, a un libro que a un perro y a un pollo al horno que a uno vivo y correteando por la casa. Hay que tener en cuenta que para comérselo es preferible matarlo antes, dicho sea de paso.
Por cierto, si a un jardín no lo cuidas revive, se asilvestra y deja de serlo para convertirse en una ruina con todo el encanto de las cosas vivas que en el fondo están muertas, eso que los ingleses llaman “still life”, como un pollo al horno, ¿no te parece?
Ten en cuenta que “cuidar” a un jardín es como matarlo cada día, una paradójica manera también de adaptarse a la vida.
Saludos.
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