domingo, 10 de mayo de 2009

Púrpura desolada





Nuestros cuerpos se comprenden cada vez más tristemente, pero yo amo
esta púrpura desolada.
Ah la flor negra de los dormitorios, ah las pastillas del amanecer.



Estos bellos y desolados poemas de Antonio Gamoneda forman parte de "Libro del Frío" (1992), una obra indispensable de la poesía contemporánea en español.
Es "Libro del Frío" una poesía de honda dimensión humana.
Un poeta sin fe en un más allá ni creencia en ninguna salvación posible se siente desnudo ya de vida y se sienta a contemplar la muerte.
Se trata de un sujeto poético que encarna en su peculiar reflexión la incertidumbre de cualquier persona ante el fin de su propia vida. Y ese "yo", a fuerza de ser profundamente subjetivo, es todos los hombres.
"Libro del Frío" fue la primera publicación de Gamoneda tras la edición del conjunto de su obra en "Edad" (1987), y tras haber recibido el Premio Nacional de Poesía en 1988. Es este libro, el del mejor Gamoneda; su poesía plena alcanza aquí su más alto logro.
No es poesía mística, sino poesía de la soledad y del silencio, en la experiencia de los límites, no del lenguaje, sino de lo trascendente.

José Antonio Expósito/ Armonía de Símbolos y Límites en Libro del Frío, de Antonio Gamoneda.

3 comentarios:

virgi dijo...

Tristes y hermosos versos, sí.
Muy bella esta entrada.

Un saludo desde el ocaso dorado.

Ventana indiscreta dijo...

Siempre tus dibujos me parecen oníricos.

¿De una mirada podemos inferir su hambre y su sueño? (Primer dibujo) ¿O podemos inferir que nos clavan una mirada?

Conexiones con luz, velas. ¿Somos tan umbilicales?

Si nos quitan la piel, nos 'despellejan', si nos miden hasta la saciedad, ¿nos dejan sin el color del tacto?

Shandy dijo...

Inés, en el primer dibujo veo cuerta complacencia en las necesidades primarias, comer, dormir... También placeres.

En el segundo soledad, desencuentro. La postura fetal, el abrazo a uno mismo, el cordón umbilical cortado, las velas, los cuerpos de espaldas. Sin embargo la postura fetal me hace pensar también en el arropamiento a uno mismo. Creo que ilustraria bien los versos de Gamoneda.

Me gustan mucho los dos.