Un ciego
No sé cuál es la cara que me mira
cuando miro la cara del espejo;
No sé qué anciano acecha en su reflejo
con silenciosa y ya cansada ira.
Lento en mi sombra, con la mano exploro
mis invisibles rasgos. Un destello
me alcanza. He vislumbrado tu cabello
que es de ceniza o es aún de oro.
Repito que he perdido solamente
la vana superficie de las cosas.
El consuelo es de Milton y es valiente,
pero pienso en las letras y en las rosas.
Pienso que si pudiera ver mi cara
sabría quién soy en esta tarde rara.
Jorge Luis Borges. La rosa profunda (1975)
Dibujos a tinta, grafito, acuarela y acrílico s/cartulina de Inés González
4 comentarios:
genial tu entrada maravillosamente genial
abrazos desde el silencio de Miami
Estimada Recomenzar:
Muchas gracias por tu comentario apasionado y entusiasta.
Abrazos desde una perturbadora Madrid.
Qué personaje Borges. Como se entere la Kodama te pide los derechos. Y qué poema. Un autor inteligente y tú siguiendo sus pasos.
Querido Fackel:
Kodama dudo que repare en estos homenajes sencillos de una artista desconocida, hasta el mismo Borges estando en la cumbre declaraba que vivía se su pensión esmirriada, nunca de sus libros. Ya sabes, la cultura nunca fue negocio salvo para amparados por un poder.
Tras las huellas de Jorge Luis Borges me arranca horas de trabajo e inspiración, menos mal! Qué haríamos sin el consuelo del arte?
Abrazos borgianos.
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