te comería el alma dijiste
y sucumbíamos en el infierno
de las cacerías
la pasión de la tribu
el olor de los cuerpos bañados
por una luz roja
que encendía las ventanas
las maderas el aliento de tu boca
universal que amé en la isla de oms
o en lindau en medio de la niebla
luz de tus ojitos de maíz
del vientre de las luciérnagas
luz de la linterna de diógenes
de la vela de rimbaud
en abisinia áfrica 1880
luz que ilumina el ocio
de los gatos
en la cabeza de los niños que nacen
de un perro que ha dormido
en las hojas del otoño
es tan lenta la mañana
es tan suave la dulzura de sus dedos
corderos que pasan atropellándose
como emperadores destronados sin destino
es tanto tanta cosa pública impública
que avanza o retrocede lejos de mi cuerpo
de tus ojos que puedo mirar
cuando hueles a piedra partida por un trueno
viejo ulises están oscureciendo el agua
florida de tus poros están azufrando
el vino perlado de las bodegas del puerto
de la ciudad del buen aire
aire con zumbidos y ruido de huesos
en el fondo del río de la plata
ojos que te hablan manos que te escuchan
mira el día
innumerables brazos rodean tu cintura
escucha el sonido de los cuerpos
que vuelven de las sombras chorreando sol
son gajos que me acarician
lenguas de miel que estallan en mis manos
voy aprendiendo sus nombres
sus señas particulares
no quiero olvidar nada
ni las manchas de sangre
ni los papeles llenos de secretos
que dicen "mataron el árbol de diana
el misterio soleado de las
voces en el parque"
flecha de humus que avanza y retrocede
sombras de animales y plantas
un bisonte herido huye hacia el infinito
pero sus formas quedan
en las cuevas de altamira
Del Libro "Pasión de la Tribu" de Juan González