Cuando empiezo algo nuevo, cuando arranco de verdad, los días siguientes son bellos.
Primero, una noche diferente. La imágenes de sueño habitualmente débiles y tan pronto aparecidas como olvidadas, las imágenes se presentan admirables. Las contemplo. ¡Qué espectáculo!¡Y el bien que me hacen!¡Y el color que tienen!
Por la mañana, al despertar, el mundo está lavado. los cojines de la salud me sostienen. Tengo riñones nuevos.
Esto durará varios días, luego atenuación, luego otra nueva atenuación (pero con el conjunto del yo más a sus anchas, demasiado a sus anchas tal vez. Habrá que torpedearle dentro de poco), un nuevo modus vivendi se ha instalado, secreto aún, que se le escapa a todos. He sido nuevamente infiel a mí mismo.
Ayer di con ella, esta vez sí, con la pintura al óleo (aunque anunciado, el hallazgo, cincuenta veces, y yo cincuenta veces timado; pero no había ningún"buen día de mañana")
Este elemento pastoso, pegajoso ( lo que más detesto en las cosas y en los hombres y en las mujeres: el pegamento), pues bien, esta vez, sé que voy a sacar algo de ello. Podemos incluso quedarnos algún tiempo sin hacer nada. Sé que eso está ahí. Nos esperamos...
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Pero muy pronto alergia a los barnices, a la trementina, a la gasolina, y ahí tenemos una nueva barrera que se levanta entre nosotros.
Del libro "Escritos sobre pintura" de Henri Michaux