jueves, 5 de marzo de 2009

Juegos de tinta


Hace años que, a causa de su interés por la pintura al óleo, Zao Wu-Ki se había apartado de la aguada, tipo de pintura para la que se requiere ser chino y estar lleno de cualidades chinas si uno quiere lograr realizarlas de manera ligera y aérea. Y he aquí que antes de salir de vacaciones, me llama, y, al lado de grandes hojas de papel aún vírgenes y blancas como la nieve, me muestra otras a las que acababa de cubrir por medio de este procedimiento y tan sutilmente que en vez de tinta era humo lo que parecía haber penetrado en ellas. ¡Ah, esa sorpresa! ¡Y qué gozo! Así que había recuperado su herencia: los ritmos de la naturaleza, más importantes que la naturaleza, tal como se le aparecieron al pensamiento allá. El "Yang" le esperaba. El "Yin" también, indefectiblemente. El papel sin espesor los había acogido de manera totalmente natural.
Hace algo más de un milenio, un poeta pintor, Wang Wei, hizo, usando tan sólo tinta diluida, una de las cascadas más memorables de este mundo y cantidad de montañas y senderos, bosques, promontorios y pinos en grupo o aislados agarrados suspendidos en rocas elevadas. Para todos estos espectáculos extensos, utilizaba un color, uno solo; y para más inri era negro. Mil matices desde lo pálido a lo oscuro y su espontaneidad prodigiosa hacían el resto.
"Había hallado la manera de pintar el soplo de las nubes...sus montañas eran tratadas como juegos de tinta".
El maestro, dícese en alguna parte, "pone la tinta ligeramente aquí, pesadamente allá". Lo sin materia es lo que resucita a la materia, la materia en movimiento. Así, el pincel evasivo cubre una gran distancia: Tao de la pintura en donde simultáneamente desemboca la poesía.
El pueblo del pincel se ha sentido a gusto con esta pintura y, a través de los siglos, se ha ejercitado en ella.
Zao Wu-Ki ha reanudado los juegos de tinta; a su manera.
Más liberado de lo concreto que sus predecesores en China, y más que en sus propias pinturas, sobre superficies más desnudas, más intactas.
Crecimientos abundantes, emergencias, riadas centelleantes en los que participan, sin separarse, los tres reinos, unidos en un reino total, el de los nacimientos.
Una vez puesto el negro, el blanco del papel, que por aquí y por allá quedó vacante, en zonas inesperadas se despierta. Es el Vacío que, para la armonía del Mundo, nunca ha de faltar, en ninguna parte.
Las fuerzas del exterior (lo único que es mostrado) tienen que ver sin duda alguna-parentela del Cosmos-con la naturaleza de los hombres, de hombres que, espontáneos, llenos de impulsos, no parecen conocer el abatimiento.
Lo abstracto amplía su aposento
abstracto por desapego
purificación de las presencias
Desparramos aquí, secreto allá
¿huevos o islas?
señal última
Lo abreviado, lo residual
Lo que no ha sido arrastrado se detiene
elíptico
Una masa se vuelve rastro
Llamada a lo compacto
Lo vivo zumbando aún
nacido al instante
el instante siguiente, solamente supuesto...
El espíritu del aforismo vagabundea por los alrededores
Presencia sentida de la antigua perspectiva aérea...
Con la suavidad de la seda
un aterrizaje sobre playa de papel
Y siempre a la llegada
aun no sé qué descontraído
...en absoluto occidental.
Del libro "Escritos sobre Pintura" de Henri Michaux